CIUDAD DE MÉXICO.- En un mundo del entretenimiento donde los rostros jóvenes van y vienen, Jenna Ortega ha logrado consolidarse como algo más que una estrella en ascenso. Su presencia, su estilo y su talento la ha convertido en la nueva reina del terror juvenil.
Su salto definitivo llegó con Merlina en Netflix, donde da vida a la icónica hija de los Addams desde un ángulo completamente nuevo: más sombría, más inteligente, más compleja. Pero este no fue su primer encuentro con el terror.
Antes de llegar a la Academia Nervermore, Jenna ya se había hecho notar en el universo Scream, uno de los pilares del slasher moderno. En Scream V, interpretó a Tara Carpenter, víctima y sobreviviente de Ghostface. Su actuación no solo renovó el interés por la saga, sino que le dio un aire fresco sin perder la esencia original. Y en Scream VI, su personaje evolucionó y se convirtió en figura clave.
Pero más allá de los gritos y la sangre, lo que destaca de Jenna Ortega es cómo ha logrado moldear su carrera alrededor de personajes oscuros, complejos y emocionalmente intensos, sin encasillarse.
Con su participación en Beetlejuice Beetlejuice, la secuela dirigida por Tim Burton, Jenna volvió a sumergirse en un universo macabro y estéticamente fascinante. El dato no es menor: trabajar junto a Burton por segunda vez reforzó su lugar en esta estética gótica-pop.
En medio de este boom, Merlina la convirtió en fenómeno global. Desde el baile viral hasta los millones de fans que imitan su estilo, Jenna no solo protagonizó la serie, la habitó. Le dio una nueva vida a un personaje ya icónico y, al hacerlo, se convirtió en uno de los rostros más poderosos de esta nueva era del horror adolescente.
Jenna Ortega abraza el horror y lo transforma en arte pop. Y si algo queda claro con el regreso de Merlina, es que su reinado apenas comienza.
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EDT/kmj