Ciudad de México.- La Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro de la Ciudad de México representa un avance monumental en la ingeniería urbana y un símbolo de transformación social para la capital del país. Desde su inauguración en 1969, este sistema no solo revolucionó la movilidad de millones de usuarios, sino que también se convirtió en una de las exploraciones arqueológicas más significativas del siglo XX, debido a la compleja interacción con el subsuelo lacustre donde fue construido.
El Inicio de una Nueva Era: Inauguración del Metro y Su Impacto en la Ciudad
El 4 de septiembre de 1969, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz encabezó la ceremonia que marcó el nacimiento del primer sistema de transporte subterráneo en México. La apertura inicial cubrió un tramo de 12.660 kilómetros entre Zaragoza y Chapultepec, con dieciséis estaciones inauguradas simultáneamente. Esta fase fundacional estableció el modelo operativo y de diseño que se replicaría en toda la red del Metro.
La expansión de la Línea 1 se desarrolló de manera gradual y estratégica. Entre 1970 y 1984, se añadieron estaciones y tramos en etapas, culminando con la extensión hacia Pantitlán, la estación terminal actual. Este crecimiento fragmentado refleja una respuesta pragmática a los desafíos técnicos y urbanos que surgieron tras la inauguración inicial. Como se señala, “la cronología de la expansión… refleja una estrategia de desarrollo que se vio influenciada por factores externos y desafíos intrínsecos”, pasando de un enfoque masivo a uno más controlado y cuidadoso.
Retos Ingenieriles en un Terreno Geotécnico Complejo y Sus Consecuencias
Construir la Línea 1 implicó enfrentar un desafío geotécnico sin precedentes: la ciudad está asentada sobre un antiguo lago, con suelos blandos y altamente deformables. Esto causó problemas como “asientos totales y/o diferenciales” y dificultades en el drenaje, que requirieron “soluciones de ingeniería innovadoras y un control riguroso del comportamiento del terreno.”
Además, la obra tuvo que sortear la compleja red de servicios urbanos, enfrentando “interferencias con la red de agua potable” y “la red de alcantarillado”. Para evitar la infiltración de agua, se aplicaron técnicas como la “impermeabilización de trabes de concreto presforzado,” aunque estas medidas no han sido completamente efectivas a largo plazo.
Un Legado Persistente: Filtraciones y el Proyecto de Modernización de la Línea 1
Más de cinco décadas después, los problemas derivados de la construcción original siguen presentes. En estaciones como Moctezuma, Zaragoza, Merced, Candelaria, hasta Pino Suárez, entre muchas otras, el personal del STC aún debe lidiar con filtraciones mediante métodos rudimentarios como cubetas o cartones. Este fenómeno evidencia que “las soluciones de ingeniería aplicadas en su momento… no lograron contrarrestar por completo los desafíos a largo plazo.”
El proyecto de modernización de la Línea 1 todavía se enfoca en corregir estas deficiencias estructurales con una inversión considerable destinada a “sellar las filtraciones del túnel,” buscando garantizar la seguridad y eficiencia del sistema para las futuras generaciones.
La Línea 1 es un testimonio vivo de la compleja historia urbana y social de la Ciudad de México, que sigue evolucionando para enfrentar los retos del presente.
EDT.MX/JC