CIUDAD DE MÉXICO.- El 23 de septiembre de 2005 llegó a las salas de cine una de las películas más singulares dentro de la filmografía de Tim Burton: El cadáver de la novia. Han pasado dos décadas desde su estreno y la historia de Victor, Victoria y Emily continúa cautivando a nuevas generaciones que descubren en ella un relato oscuro, pero profundamente romántico.
La cinta puede parecer una fantasía gótica más dentro del universo burtoniano. Sin embargo, basta adentrarse en sus imágenes para entender que estamos frente a una obra que combina ingenio visual con sensibilidad emocional. El contraste entre el mundo de los vivos (gris, rígido y lleno de normas sociales) y el de los muertos (colorido, festivo y lleno de libertad) funciona como una metáfora que sigue siendo actual: no todo lo que aparenta ser luminoso lo es, ni lo sombrío está necesariamente ligado a la tristeza.
El personaje de Emily es el corazón palpitante de la película. Su diseño, sus gestos y la voz inconfundible de Helena Bonham Carter la convirtieron en un ícono instantáneo. Pero más allá de lo estético, Emily representa la ternura de quien amó demasiado y fue traicionada, algo que resuena con aquellos que han experimentado la vulnerabilidad del amor no correspondido. Verla cantar, bailar y, al final, liberar a Victor de su promesa, es un recordatorio de que el amor verdadero también implica dejar ir.
Otro factor que explica la vigencia de El cadáver de la novia es su animación stop-motion. En una época en la que Pixar dominaba con el 3D y la animación digital parecía ser el futuro absoluto, Burton apostó por una técnica artesanal que exigía paciencia, detalle y un control absoluto de cada movimiento. El resultado fue un filme que mantiene un encanto visual imposible de replicar con fórmulas digitales.
La música de Danny Elfman completa el hechizo. Su partitura, con matices melancólicos y festivos, da identidad a cada escena y aporta la atmósfera perfecta para una historia que oscila entre la comedia negra y la tragedia romántica. No es casualidad que varias de sus canciones se hayan convertido en piezas de culto.
Quizá la mayor razón por la que El cadáver de la novia sigue conquistando corazones 20 años después es que, detrás de esqueletos, trajes de novia desgastados y un cementerio lleno de humor, late un mensaje universal: el amor, en todas sus formas, sobrevive a la muerte, al tiempo y a la traición. Emily nos recuerda que incluso en la oscuridad hay belleza.
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EDT/kmj