CIUDAD DE MÉXICO, 8 de julio (EDT).- El incidente de Roswell es considerado por los aficionados a la ufología, como el evento extraterrestre más importante de la historia. Este relata el choque de una presunta nave de otro planeta en Roswell (Nuevo México, Estados Unidos) entre el 2 y el 8 de julio de 1947.
Todo comenzó un 5 de julio de 1947, con la llamada de Mac Brazel, un granjero de Corona, Nuevo México, quien alarmado se comunicó con el sheriff del condado para denunciar la presencia de unos restos de origen desconocido, dispersos por su rancho. Inmediatamente la noticia correría en toda la zona incluyendo la prensa, que tituló el 8 de julio de la siguiente manera: “Las fuerzas aéreas capturan un platillo volante en un rancho de la región de Roswell”.
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Luego de que se comunicara sobre la caída de estos grandes objetos, el Ejército se hizo cargo de la situación con inusitada rapidez, sembrando la duda en la población, y un manto de silencio que duró décadas.
Para el 9 de julio, el titular de prensa cambiaría completamente la noticia y diría lo siguiente: “Ramey desmiente lo del platillo volante”. Ramey era general de brigada en la base militar de Fort Worth (Texas) y se desplazó, a petición de Brazel, para ver los restos, que identificó inmediatamente como un globo meteorológico. Después la prensa fotografió los restos.
Esta descripción coincide con la dada por Charles B. Moore, profesor emérito de Física de la New York University, que desarrolló los globos con los que los Estados Unidos pretendían espiar a la URSS.
En otro artículo se relata como W.W. Brazel y su hijo encontraron el material el 14 de junio, y que estaba formado principalmente por tiras de goma, papel de aluminio, cartón y varillas de madera, aunque se dice que los verdaderos restos fueron sustituidos por la brigada cuando ésta llevó el material a la base de Fort Worth.
También hubo una investigación sobre el asunto debido a la petición de un congresista de Nuevo México. Fue realizada entre septiembre de 1994 y junio de 1997, por el secretario de las Fuerzas Aéreas y el Departamento de Defensa.
En ella se identifican los residuos de Roswell como restos de un sistema de detección acústica de baja frecuencia que llevaban los globos, de largo alcance y altamente secretos, llamados «Proyecto Mogul»: un intento de captar explosiones nucleares soviéticas a altitudes de la tropopausa. Los investigadores de las Fuerzas Aéreas, tras registrar meticulosamente los archivos secretos de 1947, no encontraron pruebas de un aumento de tráfico de mensajes.
El astronauta del Apolo 14, Dr. Edgar Mitchell, aunque no fue testigo directo, también afirmó en numerosas ocasiones que Roswell fue un verdadero incidente relacionado con extraterrestres, basado en sus contactos de alto nivel dentro del gobierno: «Yo he visto los expedientes secretos OVNI, y no hay duda de que hubo contacto con extraterrestres.»
Este astronauta opinó también que hay una organización gubernamental paralela e independiente al gobierno que realiza experimentos con tecnología extraterrestre y por eso no se pueden sacar a la luz todos estos incidentes. A día de hoy, el anciano ex-astronauta no ha facilitado ninguna evidencia que corrobore sus afirmaciones.
Las hipótesis
Algunos ufólogos han argumentado que una nave alienígena se estrelló cerca de Roswell y que se recuperaron varios cadáveres de origen extraterrestre.
Igualmente se ha postulado que si Roswell fuera de verdad un accidente extraterrestre, como muchos insisten, algunos especialistas OVNI argumentarían lo que sigue:
– El gobierno de los Estados Unidos sabe que los extraterrestres han visitado nuestro planeta desde al menos 1947, pero todavía no lo admiten, e incluso algunos grupos postulan que habría una conspiración del ocultamiento extraterrestre.
– El gobierno estadounidense está actualmente en posesión de tecnología alienígena. Por eso los motivos que tenía el gobierno para guardar el secreto inicialmente serían evidentes. Los altos funcionarios del gobierno probablemente temerían una situación de pánico general al dar a conocer que existía una posible amenaza extraterrestre (como ocurrió en 1938 con una emisión de radio de La guerra de los mundos).
Esta hipótesis también barajaba como real la autopsia realizada supuestamente en 1947 a los extraterrestres capturados defendiendo que el gobierno quería ocultar datos por estar desarrollando nuevas tecnologías. También aseguraban que los extraterrestres estaban vivos antes y durante la autopsia.
Roswell en la actualidad
Setenta y dos años después, la desclasificación de archivos del FBI nos trae una certeza: el agente especial Guy Hottel transcribe en su informe el testimonio de un piloto de la Fuerza Aérea, quien vio en Roswell, efectivamente, tres platos voladores de unos quince metros de diámetros, estrellados, y cada uno de ellos estaba ocupado por tres cuerpos “de forma humana pero de apenas un metro de estatura” .
Agrega que estos seres vestían trajes metálicos muy finos, similares a los utilizados por los pilotos de prueba estadounidenses. Es el fin de uno de los secretos más importantes y mejor guardados de nuestra relación con la vida extraterrestre. Claro que las dudas más profundas permanecen: ¿de dónde y para qué venían esos nueve seres? ¿Quién estaba al tanto de su visita? ¿Cómo murieron y qué se hizo con sus cadáveres?
De acuerdo con el militar retirado, el ex ingeniero de la Fuerza Aérea de EE.UU. Raymond Szymanski, citado por el periódico británico The Sun, fue su mentor llamado Al —con quien trabajó en la base— la persona que le reveló este secreto.
“Me preguntó: ‘¿Has oído de nuestros alienígenas?'”, indicó. Agregó que “cuando le pregunté cómo llegó a conocer este secreto, me respondió que toda la gente que trabaja aquí lo sabe”.
Según Szymanski, fue a la cárcel secreta de WPAFB adonde transportaron la nave extraterrestre siniestrada el 10 de julio de 1947 en Roswell, Nuevo México, así como el cuerpo del piloto alienígena fallecido en el incidente.
El ingeniero afirma que la base cuenta con varias cámaras criogénicas e instalaciones con control de temperatura, donde se almacenan artefactos extraterrestres, debris de los ovnis, además de los cuerpos de alienígenas hallados en los lugares de incidentes.
Szymanski subrayó que nunca había visto con sus propios ojos ni a los alienígenas ni las naves, no obstante, afirma que observó en la base a los “hombres de negro en la vida real”, vestidos con abrigos y sombreros negros en verano. Según opina el ingeniero, eran agentes de una agencia gubernamental, encargados de robar la evidencia.
El hombre puntualizó que mencionó el tema en reiteradas ocasiones, pero “ni una persona me dijo: ‘Aquí no hay alienígenas, estás loco’. Vi muchas sonrisas pero ni una negativa”, explicó.
El caso Roswell se considera como el nacimiento de la ufología moderna y ha dado lugar a numerosos debates, teorías y especulaciones sobre la existencia de vida extraterrestre que muchos consideran totalmente infundados. El fenómeno ha tenido un gran peso en la cultura popular y se menciona en numerosas obras de ficción, así como en documentales.
La conspiración soviética
El ovni de Roswell, el objeto inexistente más famoso de la historia, no era un globo aerostático (como se ha demostrado hasta la saciedad) sino una nave soviética, dirigida a distancia, y pilotada por niños modificados quirújicamente (que no genéticamente) para que parecieran marcianos. Esa es la teoría de la escritora Annie Jacobsen, en su libro titulado “Área 51: una historia sin censura de la base militar más secreta de América”. Sus fuentes: Una y anónima, como dicta la tradición ufológica.
La historia no tiene desperdicio. Según Jacobsen, Stalin había quedado impresionado por el efecto que había tenido sobre la audiencia americana la mítica recreación radiofónica dirigida por Orson Welles de La Guerra de los Mundos en 1938. El plan consistía en utilizar un ‘ala Horten’, un avión de estructura triangular de origen alemán que figura muy alto en el top 10 de los aviones más míticos de la historia, para simular una invasión marciana en EEUU y sembrar el pánico en el paraiso del capitalismo.
Luego contrató a Josef Mengele (a.k.a El Ángel de la Muerte) para que, a golpe de bisturí, modificara el rostro de unos niños y los hiciera parecerse a extraterrestres. Aquí mi duda es lo de ‘parecerse’. En concreto ¿a qué? ¿Si nadie ha visto un extraterrestre jamás, que sentido tiene tunear a las pobres criaturas? Ninguna, lo que paranormalmente hablando significa que hay que creerlo sin pruebas.
Luego, por control remoto, los rusos hicieron llegar el ovni a Roswell (Nuevo México) donde, por motivos que se desconocen, la nave se estrelló.
Así, cuando el ejécito de EEUU recuperó los restos del platillo ruso, en lugar de dar a conocer el fallido plan de Stalin a la opinión pública y dejar a los rusos como una banda de mentirosos, creó el área 51, una planta supersecreta donde ocultar los restos de los niños. Así consiguieron que los ciudadanos empezaran a sospechar que había marcianos y perdieron confianza en su gobierno. Si alguien consigue encontrar un rastro de lógica en este cuento que pida ayuda. El haloperidol hace milagros.
El área 51 es el Stonehenge de la ufología. Sus orígenes se remontan al proyecto Manhattan ya que en esa zona del desierto de Nevada (a unos 80 kilómetros de Las Vegas) se hicieron las primeras pruebas nucleares. Como Jacobsen dice muy bien, “desde esos días, todo lo que ha pasado en la zona nace clasificado”. Tiene razón, allí se han utilizado desde Mig robados al ejército soviético hasta proyectos ultrasecretos como el U2, el Oxcart, el F-177 y todo lo relacionados con aviones invisbles.
Aunque desde 2003 el Gobierno federal reconoce la existencia de las instalaciones, nunca ha asumido el nombre ni ha dado ninguna explicación sobre lo que ahí ocurre. Para deleite de ufólogos y conspiranoicos, la zona está vigilada por una empresa privada (EG&G) y no por el ejército lo que da pie a nuevas y rimbombantes teorías sobre un presunto gobierno mundial de plutócratas (o lo que cada uno quiera escribir en su blog).
La teoría de Jacobsen hace aguas por todos sitios. En primer lugar, cuando se produjo el incidente Roswell (junio de 1947) el área 51 aún no existía como tal. Además, hay dos versiones sobre lo que ocurrió: que un ovni se estrelló en dos lugares distintos a la vez (a ambos se puede acudir previo pago) y otra que fue un globo aerostático. Yo suelo apostar por la segunda. Lo de los niños no es nuevo, lo que no está claro es si realmente hubo algo que provocó la confusión. Algunos investigadores sostienen que los testigos vieron dummies, aunque estos no empezaron a utilizarse hasta 1949 (dos años después). Lo más normal es pensar que todo lo relacionado con la presencia de cadáveres es pura fantasía.
La relación entre Roswell y el área 51 también está tirada por los pelos. De hecho la base comezó a funcionar en 1945 aunque su construcción empezó a planificarse sobre 1940. Al principio, toda esta batallita se contaba diciendo que los restos de los marcianos finados fueron trasladados a la mítica base de Wright-Patterson (Ohio), el lugar en el que se centralizaba la investigación ovni en la época. Años después, cuando el área 51 se hizo famosa, se produjo el traslado.
Lo curioso del libro de Jacobsen no es que diga las chorradas que dice, sino que las críticas son relativamente buenas. Las fotos que ha conseguido no se conocían y, por lo visto, ha aportado muchos datos nuevos. Lo que nadie entiende es como una redactora seria se ha podido tragar una parida de esta categoría.
En todo caso, es evidente que el área 51 y el marciano de Roswell son imbatibles como fuente de foklore popular paranormal. En pocas semanas llegarán a las carteleras dos esperadas películas (Super 8, dirigida por JJ Abrams y producida por Spielberg, y Paul, de Greg Mottola) que se inspiran en esos acontecimientos. La que se nos viene encima este verano con los expertos.
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EDT/fm