CIUDAD DE MÉXICO, 18 de septiembre, (EDT).— Luego de recorrer diversos espacios que no le correspondían, tal y como lo cuenta el autor, Ariosto Otero, el mural de 85 metros cuadrados terminó finalmente en donde le correspondía: el metro San Antonio Abad.
Y es que la obra, saturada de colores primarios y rostros expresivos, fue hecha para conmemorar a las víctimas de los sismos ocurridos el 19 de septiembre de 1985 y 2017, en particular las costureras fallecidas en talleres de la zona.
Es una narración gráfica del sufrimiento de las trabajadoras de los talleres de costura que quedaron atrapadas entre los escombros en la zona alrededor de San Antonio Abad.
“Ésa es la historia jamás contada, sufrió algunos ultrajes de las autoridades anteriores del Metro, y no funcionó allá porque el lugar era muy pequeño y alargado. Ha ido recorriendo los espacios y vino a parar donde le correspondía”, cuenta Otero en entrevista para El Heraldo.
El artista con casi 40 años de trayectoria, comenta que el mural está compuesto por tres secciones narrativas. En el centro se mira una rueda de hilos y una madre serena con su hijo; esta escena representa la tranquilidad previa a la desgracia. De inmediato la mirada se enfoca en el costado derecho donde se observan costureras gritando, rostros angustiantes, tabiques cayendo, edificios rotos e hilos volando.
Hacia la izquierda, la escena es aún más dura con las costureras y niños llorando, vidrios y brazos rotos, edificios derrumbados. Entonces la memoria de quien vivió al menos uno de los dos sismos en la CDMX se refresca, se revive, considera el muralista al asegurar que esa la intención, “mantener el recuerdo de las víctimas”.
La parte superior se corona por algunas frases escritas en una suerte de pergaminos, que son reflexiones de Otero. Refieren a la esclavitud laboral, a la esperanza, a la fuerza femenina, a la memoria y a la unión de una sociedad.
Se trata del tercer mural que Otero trabaja para el STC Metro de la CDMX y es por esto que la intención de la obra es integrarse con la arquitectura, de tal manera que cuando la gente suba las escaleras haga un recorrido visual por los tres momentos que se suceden en la dramática historia que relata la obra.
La obra está colocada sobre hojas de triplay y una base cuadricular metálica, con un espacio que hace de respirador en la parte trasera para su estabilidad. Otero, quien ha hecho murales para escuelas, mercados y espacios abiertos, señala que ya no le pertenece. “Ahora es de quien lo rememore”.
(Con información de El Heraldo de México).
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