Francisco Medina
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de octubre (AlmomentoMX).- El crack bursátil del 19 de octubre de 1987 es el más triste episodio del sector financiero mexicano. Fue antecedido por un boom que había dejado un rendimiento del 690% entre enero y octubre de ese año, y cuyo crecimiento en los precios de las acciones se dió en un entorno de inflación muy acelerada, que en 1987 alcanzó el 150%.
Los pequeños inversionistas no podían entrar a menos que invirtieran al menos 500 mil pesos de ese entonces, así que hubo presión a la Comisión Nacional de valores (CNV) para que los dejaran participar en este tipo de inversiones que estaban dando un rendimiento de hasta un 10% mensual.
La CNV cedió ante esta presión y dió instrucción a las casas de bolsa para que aceptaran a pequeños inversionistas. Así que mucha gente, sin experiencia, conocimientos, preparación entraron a invertir su patrimonio, su sueldo, las colegiaturas, prestamos hipotecarios, etc.
El desplome del mercado accionario mexicano, hizo evidente un problema de codicia colectiva que arrasó con el patrimonio de miles de personas.
El 19 de octubre, la Bolsa perdió un 16.5 por ciento. Una semana antes, el 12 de octubre, la bolsa tuvo su nivel más alto, en 363.15 puntos; a finales de ese año estaba en 105.67 unidades.
El desplome en esos poco más de tres meses fue de casi un 70% y seguía a la baja. La gente no tenía dinero para pagar sus hipotecas, colegiaturas, gastos mensuales, etc.
Este hecho tan presente en la mente de dos generaciones, aquellos que perdieron todo, y de los hijos que vieron la desesperación de los padres ante semejante pérdida, hizo que la inversión en Bolsa se convirtiera en un tabú, y que la gente mantenga pánico de invertir en las mejores empresas del país.
La Bolsa en diciembre de 1987 cerró en las 105.67 unidades, y en 1986 cerro en 47.10. Esto da un incremento del 124% en un año, con todo y crack bursátil.
Para Diciembre de 1989, (sólo dos años), la bolsa ya estaba en las 418.93 unidades, es decir, un 296% arriba del cierre de 1987, y ya por encima del valor que tenía la bolsa antes del crack.
Durante el peor sexenio en la vida del país, que fue el periodo de Miguel de la Madrid de 1982 a 1988, la bolsa subió de las 0.67 unidades a las 211.53 unidades, esto es una subida del 729% en términos reales (es decir, quitando ya la enorme inflación de esa etapa histórica).
El efecto vino de Wall Street
Reportajes en la televisión y en la prensa estadounidense recuerdan una fecha que para muchos inversores y brokers del parqué neoyorquino se tiñó de negro: el 19 de octubre de 1987, día en el que el Dow Jones sufrió en una sola sesión una caída porcentual mayor que en las peores sesiones del ‘crack’ del 29.
Esa jornada, el principal indicador de Wall Street se desplomó 508 puntos, un 22,6%, y cerró en 1.738 unidades. El desplome causó pérdidas de más de 500 mil millones de dólares entre los inversores. Una caída de este calibre arrastraría hoy en día a la Bolsa 3.100 puntos abajo.
En la lista de ‘jornadas negras’ de Wall Street sólo le supera el 12 de diciembre de 1914, cuando el Dow Jones se desplomó un 24,4%, después de haber permanecido la Bolsa de Nueva York cerrada cuatro meses durante la primera Guerra Mundial.
La peor caída porcentual registrada en el mercado bursátil estadounidense ocurrió el 17 de septiembre de 2001, seis días después de los atentados del 11-S en EEUU, cuando el Dow Jones bajó un 7,1%.
El inesperado fin de una época de bonanza
El ‘crack’ del 87 anuló en una sola sesión bursátil buena parte de las ganancias que se habían acumulado durante cinco años de subidas continuadas en la Bolsa de Nueva York.
También supuso un jarro de agua helada para pequeños y grandes inversores en una época en la que el olor del dinero atrajo a muchos especuladores, tal y como retrataron magníficamente el director Oliver Stone en la película ‘Wall Street’ y el escritor Tom Wolfe en ‘La hoguera de las vanidades’.
El ‘lunes negro’ tuvo su prólogo el viernes anterior, cuando el Dow Jones bajó un 4,6%, pero nadie imaginaba entonces que en la próxima sesión bursátil el pánico cundiría en Wall Street y que este índice se desplomaría 508 puntos.
Se siguen discutiendo sus causas sin llegar a respuestas concluyentes. Y es que esta crisis bursátil incluso pilló desprevenido a Alan Greenspan, que hacía dos meses había sido nombrado presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed) y que ese lunes volaba a Dallas (Texas) para acudir a una reunión de la Asociación de Banqueros Estadounidenses.
Cuando aterrizó, Greenspan preguntó qué había pasado con la Bolsa y un ayudante le dijo que había bajado “cinco, cero, ocho” y el presidente de la Reserva se mostró satisfecho porque entendió que sólo había caído 5,08 puntos, pero la cara del asesor le reveló que en realidad había caído 508 puntos, según recuerda en su libro ‘La era de la turbulencia’.
Entonces, la Fed también se mostró dispuesta a ofrecer una red de seguridad a los bancos al afirmar su “disposición como fuente de liquidez para respaldar el sistema económico y financiero”.
¿Podría repetirse el “lunes negro”?
Pero, ¿podría repetirse el “lunes negro” hoy? La tecnología moderna, los cambios en la forma en que operan las bolsas de valores y en que se administran los fondos de los inversores deberían hacerlo poco probable. Sin embargo, los operadores prudentes se niegan a descartarlo.
“Hemos aprendido mucho de los errores del pasado en términos de reacción y reacción excesiva”, dijo Ken Polcari, director de piso en la Bolsa de Nueva York de O’Neil Securities.
El lunes 19 de octubre de 1987, después de grandes caídas en los mercados asiáticos y europeos en la semana anterior, el Promedio Industrial Dow Jones se desplomó 508 puntos, o un 22.6 por ciento, la mayor pérdida porcentual diaria de la historia del referente.
Hoy puede haber un descenso de hasta 20% en una sesión, pero probablemente sea un proceso más ordenado, dijo Art Hogan, estratega jefe de mercado de Wunderlich Securities en Nueva York.
“Tenemos la capacidad de suspender las cosas un rato, volver a evaluar, e intentar determinar cuál es la mejor manera de volver a la negociación y tener un panorama más tranquilo de las cosas”, dijo.
Los cortacircuitos automáticos se ajustaron en 2012, reduciendo el umbral necesario para desencadenar una suspensión de las negociaciones y se reemplazó al Dow Jones por el índice bursátil S&P 500 como referencia.
Según las reglas actuales, si el índice S&P 500 cae más de un 7.0% antes de las 15.25 hora de Nueva York, la negociación se detiene 15 minutos. Si la baja continúa una vez que se reanuda la negociación y aún es antes de 15.25 horas, el mercado volverá a detenerse al caer un 13 por ciento.
Si el desplome ocurre después de las 15.25 hora de Nueva York, la negociación no se detiene. Pero si la baja llega al 20% las operaciones de la sesión se suspenden no importa la hora.
“El sector ha recorrido un largo camino desde 1987”, dijo Larry Tabb, quien dirige la firma de asesoría de mercados de capitales TABB Group.
“Los reguladores han hecho un buen trabajo en implementar reglas que ayudan a los mercados a garantizar que se mantengan estables en un momento en que no existe una razón para que no lo estén”, agregó.
Muchas de las medidas actuales destinadas a controlar el caos del mercado se implementaron después del llamado “flash crash” de mayo de 2010, cuando el Dow Jones perdió casi 1,000 puntos o alrededor de un 9.0% en cuestión de minutos para luego rebotar en un período igual de corto.
La Comisión Nacional de Valores de Estados Unidos (SEC) aprobó un reglamento en 2012 llamado “Límite al alza – Límite a la baja”, que evita que las acciones se negocien fuera de un rango específico basado en precios recientes, deteniendo la negociación de los papeles cuando los precios tocan los límites de la banda.
“Todo puede pasar”, dijo Peter Costa, presidente de Empire Executions Inc. en Nueva York. “Con el advenimiento de la tecnología informática y la velocidad con la que ha transformado el mercado, es muy posible”, afirmó.
Es probable que las salvaguardias impidan que se produzca otro colapso al estilo 1987, pero con el Dow sobre los 23,000 puntos por primera vez esta semana y el advenimiento de las transacciones automáticas de alta velocidad, algunos operadores no están tan seguros.
“¿Podría suceder algo similar a eso?”, se preguntó Gordon Charlop, director general de Rosenblatt Securities en Nueva York. “Sí. ¿Cómo funcionará y cuál será el resultado? Es por eso que se juega el juego”, sentenció.
¿Cómo se pueden evitar tragedias como la ocurrida en el crack de 1987?
Recuerda que invertir en los mercados financieros conllevan riesgos, y que el comportamiento del pasado no garantiza que así seguirá en el futuro.
Invierte a largo plazo, es decir, únicamente invierte los ahorros que no vayas a necesitar pronto. No inviertas tu sueldo del mes, las colegiaturas, no inviertas dinero prestado. Si la bolsa cae, y necesitaras el dinero urgentemente, tendrías que vender en el peor momento y no podrías gozar de una recuperación.
Recuerda manejar Stop-Loss para disminuir tus pérdidas.
Recuerda que vas de largo plazo. No inviertas el 100% de un golpe. Mete un 10% del total que tengas destinado para invertir. Cuando ese 10% ya tenga utilidades, invierte otro 10%, y así sucesivamente. Esto se llama administración financiera.
No inviertas si el hecho de perder un 25% de lo invertido no te deja dormir.
AM.MX/fm
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Francisco Medina
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de octubre (AlmomentoMX).- El crack bursátil del 19 de octubre de 1987 es el más triste episodio del sector financiero mexicano. Fue antecedido por un boom que había dejado un rendimiento del 690% entre enero y octubre de ese año, y cuyo crecimiento en los precios de las acciones se dió en un entorno de inflación muy acelerada, que en 1987 alcanzó el 150%.
Los pequeños inversionistas no podían entrar a menos que invirtieran al menos 500 mil pesos de ese entonces, así que hubo presión a la Comisión Nacional de valores (CNV) para que los dejaran participar en este tipo de inversiones que estaban dando un rendimiento de hasta un 10% mensual.
La CNV cedió ante esta presión y dió instrucción a las casas de bolsa para que aceptaran a pequeños inversionistas. Así que mucha gente, sin experiencia, conocimientos, preparación entraron a invertir su patrimonio, su sueldo, las colegiaturas, prestamos hipotecarios, etc.
El desplome del mercado accionario mexicano, hizo evidente un problema de codicia colectiva que arrasó con el patrimonio de miles de personas.
El 19 de octubre, la Bolsa perdió un 16.5 por ciento. Una semana antes, el 12 de octubre, la bolsa tuvo su nivel más alto, en 363.15 puntos; a finales de ese año estaba en 105.67 unidades.
El desplome en esos poco más de tres meses fue de casi un 70% y seguía a la baja. La gente no tenía dinero para pagar sus hipotecas, colegiaturas, gastos mensuales, etc.
Este hecho tan presente en la mente de dos generaciones, aquellos que perdieron todo, y de los hijos que vieron la desesperación de los padres ante semejante pérdida, hizo que la inversión en Bolsa se convirtiera en un tabú, y que la gente mantenga pánico de invertir en las mejores empresas del país.
La Bolsa en diciembre de 1987 cerró en las 105.67 unidades, y en 1986 cerro en 47.10. Esto da un incremento del 124% en un año, con todo y crack bursátil.
Para Diciembre de 1989, (sólo dos años), la bolsa ya estaba en las 418.93 unidades, es decir, un 296% arriba del cierre de 1987, y ya por encima del valor que tenía la bolsa antes del crack.
Durante el peor sexenio en la vida del país, que fue el periodo de Miguel de la Madrid de 1982 a 1988, la bolsa subió de las 0.67 unidades a las 211.53 unidades, esto es una subida del 729% en términos reales (es decir, quitando ya la enorme inflación de esa etapa histórica).
El efecto vino de Wall Street
Reportajes en la televisión y en la prensa estadounidense recuerdan una fecha que para muchos inversores y brokers del parqué neoyorquino se tiñó de negro: el 19 de octubre de 1987, día en el que el Dow Jones sufrió en una sola sesión una caída porcentual mayor que en las peores sesiones del ‘crack’ del 29.
Esa jornada, el principal indicador de Wall Street se desplomó 508 puntos, un 22,6%, y cerró en 1.738 unidades. El desplome causó pérdidas de más de 500 mil millones de dólares entre los inversores. Una caída de este calibre arrastraría hoy en día a la Bolsa 3.100 puntos abajo.
En la lista de ‘jornadas negras’ de Wall Street sólo le supera el 12 de diciembre de 1914, cuando el Dow Jones se desplomó un 24,4%, después de haber permanecido la Bolsa de Nueva York cerrada cuatro meses durante la primera Guerra Mundial.
La peor caída porcentual registrada en el mercado bursátil estadounidense ocurrió el 17 de septiembre de 2001, seis días después de los atentados del 11-S en EEUU, cuando el Dow Jones bajó un 7,1%.
El inesperado fin de una época de bonanza
El ‘crack’ del 87 anuló en una sola sesión bursátil buena parte de las ganancias que se habían acumulado durante cinco años de subidas continuadas en la Bolsa de Nueva York.
También supuso un jarro de agua helada para pequeños y grandes inversores en una época en la que el olor del dinero atrajo a muchos especuladores, tal y como retrataron magníficamente el director Oliver Stone en la película ‘Wall Street’ y el escritor Tom Wolfe en ‘La hoguera de las vanidades’.
El ‘lunes negro’ tuvo su prólogo el viernes anterior, cuando el Dow Jones bajó un 4,6%, pero nadie imaginaba entonces que en la próxima sesión bursátil el pánico cundiría en Wall Street y que este índice se desplomaría 508 puntos.
Se siguen discutiendo sus causas sin llegar a respuestas concluyentes. Y es que esta crisis bursátil incluso pilló desprevenido a Alan Greenspan, que hacía dos meses había sido nombrado presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed) y que ese lunes volaba a Dallas (Texas) para acudir a una reunión de la Asociación de Banqueros Estadounidenses.
Cuando aterrizó, Greenspan preguntó qué había pasado con la Bolsa y un ayudante le dijo que había bajado “cinco, cero, ocho” y el presidente de la Reserva se mostró satisfecho porque entendió que sólo había caído 5,08 puntos, pero la cara del asesor le reveló que en realidad había caído 508 puntos, según recuerda en su libro ‘La era de la turbulencia’.
Entonces, la Fed también se mostró dispuesta a ofrecer una red de seguridad a los bancos al afirmar su “disposición como fuente de liquidez para respaldar el sistema económico y financiero”.
¿Podría repetirse el “lunes negro”?
Pero, ¿podría repetirse el “lunes negro” hoy? La tecnología moderna, los cambios en la forma en que operan las bolsas de valores y en que se administran los fondos de los inversores deberían hacerlo poco probable. Sin embargo, los operadores prudentes se niegan a descartarlo.
“Hemos aprendido mucho de los errores del pasado en términos de reacción y reacción excesiva”, dijo Ken Polcari, director de piso en la Bolsa de Nueva York de O’Neil Securities.
El lunes 19 de octubre de 1987, después de grandes caídas en los mercados asiáticos y europeos en la semana anterior, el Promedio Industrial Dow Jones se desplomó 508 puntos, o un 22.6 por ciento, la mayor pérdida porcentual diaria de la historia del referente.
Hoy puede haber un descenso de hasta 20% en una sesión, pero probablemente sea un proceso más ordenado, dijo Art Hogan, estratega jefe de mercado de Wunderlich Securities en Nueva York.
“Tenemos la capacidad de suspender las cosas un rato, volver a evaluar, e intentar determinar cuál es la mejor manera de volver a la negociación y tener un panorama más tranquilo de las cosas”, dijo.
Los cortacircuitos automáticos se ajustaron en 2012, reduciendo el umbral necesario para desencadenar una suspensión de las negociaciones y se reemplazó al Dow Jones por el índice bursátil S&P 500 como referencia.
Según las reglas actuales, si el índice S&P 500 cae más de un 7.0% antes de las 15.25 hora de Nueva York, la negociación se detiene 15 minutos. Si la baja continúa una vez que se reanuda la negociación y aún es antes de 15.25 horas, el mercado volverá a detenerse al caer un 13 por ciento.
Si el desplome ocurre después de las 15.25 hora de Nueva York, la negociación no se detiene. Pero si la baja llega al 20% las operaciones de la sesión se suspenden no importa la hora.
“El sector ha recorrido un largo camino desde 1987”, dijo Larry Tabb, quien dirige la firma de asesoría de mercados de capitales TABB Group.
“Los reguladores han hecho un buen trabajo en implementar reglas que ayudan a los mercados a garantizar que se mantengan estables en un momento en que no existe una razón para que no lo estén”, agregó.
Muchas de las medidas actuales destinadas a controlar el caos del mercado se implementaron después del llamado “flash crash” de mayo de 2010, cuando el Dow Jones perdió casi 1,000 puntos o alrededor de un 9.0% en cuestión de minutos para luego rebotar en un período igual de corto.
La Comisión Nacional de Valores de Estados Unidos (SEC) aprobó un reglamento en 2012 llamado “Límite al alza – Límite a la baja”, que evita que las acciones se negocien fuera de un rango específico basado en precios recientes, deteniendo la negociación de los papeles cuando los precios tocan los límites de la banda.
“Todo puede pasar”, dijo Peter Costa, presidente de Empire Executions Inc. en Nueva York. “Con el advenimiento de la tecnología informática y la velocidad con la que ha transformado el mercado, es muy posible”, afirmó.
Es probable que las salvaguardias impidan que se produzca otro colapso al estilo 1987, pero con el Dow sobre los 23,000 puntos por primera vez esta semana y el advenimiento de las transacciones automáticas de alta velocidad, algunos operadores no están tan seguros.
“¿Podría suceder algo similar a eso?”, se preguntó Gordon Charlop, director general de Rosenblatt Securities en Nueva York. “Sí. ¿Cómo funcionará y cuál será el resultado? Es por eso que se juega el juego”, sentenció.
¿Cómo se pueden evitar tragedias como la ocurrida en el crack de 1987?
Recuerda que invertir en los mercados financieros conllevan riesgos, y que el comportamiento del pasado no garantiza que así seguirá en el futuro.
Invierte a largo plazo, es decir, únicamente invierte los ahorros que no vayas a necesitar pronto. No inviertas tu sueldo del mes, las colegiaturas, no inviertas dinero prestado. Si la bolsa cae, y necesitaras el dinero urgentemente, tendrías que vender en el peor momento y no podrías gozar de una recuperación.
Recuerda manejar Stop-Loss para disminuir tus pérdidas.
Recuerda que vas de largo plazo. No inviertas el 100% de un golpe. Mete un 10% del total que tengas destinado para invertir. Cuando ese 10% ya tenga utilidades, invierte otro 10%, y así sucesivamente. Esto se llama administración financiera.
No inviertas si el hecho de perder un 25% de lo invertido no te deja dormir.
AM.MX/fm
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