CIUDAD DE MÉXICO.- México cuenta con una gran riqueza cultural conformada por ruinas, edificios históricos, monumentos y maravillas naturales. Y muy seguramente habrás notado que, en cada lugar que visitas, no falta la clásica leyenda. Porque ese es otro de los tesoros de la nuestro país: donde ponemos el pie, hay una historia que escuchar. Por ejemplo, en la Catedral de Zacatecas, Patrimonio Cultural de la Humanidad que, de la misma manera, cuenta con su propio relato: la leyenda de la piedra negra. ¿La conoces?
El origen de la piedra negra
La leyenda de la piedra negra nos traslada a la época del virreinato, al recién fundado pueblo minero de Vetagrande. En él, vivían dos amigos: Misael Galán y Gildardo Higinio, quienes un día, hartos de su vida precaria, el trabajo duro y la mala paga, decidieron partir a la sierra zacatecana en busca de riqueza.
No obstante, el tiempo pasó, y la verdadera naturaleza de la aventura se reveló con fiereza. El clima y los peligros de la región los asediaron sin piedad. Una noche, luego de varios meses de penurias, los amigos encontraron una cueva donde descubrieron una gran veta. Maravillados y con la ambición a tope, excavaron arduamente, sólo para descubrir que estaba vacía. Entonces, Gildardo maldijo al cerro y le exigió que le mandara la riqueza que merecía. De pronto, para su sorpresa, encontraron una piedra dorada.
Los dos amigos no lo podían creer. Eufóricos, tomaron su tesoro, charlaron un rato y acordaron que Misael fuera al pueblo más cercano a comprar comida y bebida para celebrar su inexplicable cambio de suerte. Sin embargo, en cuanto se fue, un espíritu maligno apareció ante los ojos de Gildardo. Malicioso, le sembró duda en el corazón y le sugirió: Cuando vuelva tu amigo, pregúntale si ambos son ricos. Fíjate en su respuesta: por ella sabrás si piensa compartir la riqueza contigo.
Gildardo siguió la recomendación del espíritu, sólo para descubrir con horror que Misael decía ser rico. ¡No lo contemplaba a él! Embravecido, Gildardo apuñaló a su amigo y luego se dispuso a tomar su tesoro e irse de ahí. Pero entonces el espíritu volvió y prohibió que Gildardo sacara la piedra de la cueva; incluso, como castigo por su crimen, lo condenó a permanecer junto a ella eternamente.
Mientras tanto…
En el pueblo, el párroco Fray Buena Ventura había convocado a los hombres del pueblo para una expedición a la sierra. Había recibido el reporte de varias desapariciones en esa región y quería investigar qué estaba sucediendo. Pero, cuando el líder religioso y su séquito llegaron al lugar, descubrieron más de lo que hubieran deseado: un paraje atestado de cadáveres que rodeaban la entrada a una cueva. Se trataba de aquellos que habían ido a buscar a los amigos, además de quienes, por casualidad, se habían acercado al sitio.
Cuando entraron a la cueva, Fray Buena Aventura soltó un grito al contemplar a Gildardo, presa de la locura, consumido en vida, abrazado a su tesoro. ¿Había asesinado a todos esos hombres para impedir que le robaran su riqueza? Ente todos los presentes lo apresaron. Luego, el religioso roció agua bendita por todo el lugar; pero cuando el líquido tocó la piedra, ésta perdió inmediatamente su color dorado y se tornó negra.
En vista de la energía que emanaba aquel misterioso objeto, el cura decidió calmar el miedo de los hombres y llevarse la piedra consigo. Poco después, la entregó a los hombres que construían la catedral, quien la integraron a la obra. La perturbadora piedra quedó en uno de los muros del sagrado edificio, inquietando a todos los que la veían.
Hoy en día, los turistas que pasean por la Calle del Ángel aún pueden ver el tesoro ennegrecido de Gildardo. Y hecho, quienes se acercan a observarlo, aseguran que la pequeña campaña que está cerca de él, suena ligeramente, como si alguien la golpeara con suavidad. ¡Visita Zacatecas y conoce éste, uno de sus tantos atractivos populares!
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ET/SRH