CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque las Islas Marías son célebres por su extraordinaria belleza natural, también es verdad que gran parte de su fama se debe al oscuro episodio que protagonizó en la historia del México del siglo XX. Ubicado a 112 kilómetros de la costa de Nayarit, en medio de las tempestuosas aguas del Océano Pacífico, el conjunto de islas cobró notoriedad gracias a la Colonia Penal Federal, un presidio que pronto se convirtió en una alternativa altamente efectiva para alejar a los presos de la sociedad.
Las Islas Marías en la historia de México
El archipiélago comenzó a figurar en la historia del país a partir de la caída de Tenochtitlán. Al poco tiempo de conquistas el imperio más poderoso de Mesoamérica, Hernán Cortés se obsesionó con explorar las islas de los Mares del Sur, es decir, el Océano Pacífico. Por esta razón, en 1532, comisionó a Diego Hurtado de Mendoza para explorar la región. Como resultado de esta excusión, los españoles descubrieron un grupo de tres islas y un islote que en aquel tiempo fue conocido como Las Magdalenas.
El conjunto de islas permaneció en el olvido durante la época colonial. Posteriormente, cada una sería rebautizada, quedando con los nombres María Cleofas, María Magdalena, María Madre y San Juanito. Esto inevitablemente propiciaría que terminaran siendo conocidas como las Islas Marías.
En el siglo XIX, el archipiélago terminó en manos de Don Manuel Carpena, un habitante de Nayarit que se dedicó a explotar sus recursos hasta su muerte, en 1905. Casi de inmediato, su esposa vendió las islas al gobierno de Porfirio Díaz por la nada despreciable suma de 100 mil pesos, que en aquel entonces era muchísimo dinero. Tan sólo unos meses después, se edificaría la Colonia Penal Federal.
La Colonia Penal Federal
No fue gratuito el hecho de que se decidiera construir una cárcel en la isla María Madre. Las aguas en torno al archipiélago estaban infestadas de tiburones, característica que bastaba para sabotear todo intento de escape. En 1920, el nombre del presidio comenzó a resonar por todo el país debido a que era ahí a donde enviaban a los presos políticos, abundantes durante el régimen de Álvaro Obregón.
A lo largo del siglo XX, el penal creó una fama escalofriante. El hacinamiento de los criminales más peligrosos del país bastaba para asustar a cualquiera. No obstante, eran las anécdotas sobre el maltrato y la violencia dentro de la cárcel las que causaban verdaderos escalofríos. Para ejemplo, basta recordar la historia de Jesús El Sapo Ortíz, un asesino serial enviado a las Islas que fue asesinado a machetazos en cuanto ingresó.
Transición a reserva natural
A finales del siglo XX, la prisión sufrió de una transformación realmente positiva. La Colonia se distinguió por el trato digno a los reclusos y las facilidades que otorgaba a sus familiares para mudarse con ellos. Sin embargo, el cambio más drástico sucedió durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien firmó un decreto donde ordenó la conversión de las Islas a reserva natural y centro cultural. Así, se concedió la libertad a 200 presos, mientras que otros 400 fueron trasladados a penales en tierra continental.
Las más de 640 mil hectáreas del archipiélago albergarán al Centro Cultural Muros de Agua-José Revueltas, nombrado así en honor al escritor mexicano que estuvo recluido en el Penal. Este nuevo espacio ofrecerá a los visitantes un paradisiaco entorno donde podrán admirar la belleza de más de 150 especie de aves, así como la megadiversa fauna marina. Los turistas podrán observar el paso de la ballena gris y la ballena jorobada. También tendrán oportunidad de mirar lobos marinos, delfines y, por supuesto, a los mismos tiburones amarillos que atemorizaron a los presos durante el esplendor de la Colonia Penal Federal.
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Con información de Algarabía
ET/SRH