Francisco Medina
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de octubre, (EDT).– Los aztecas partieron de Aztlán a buscar la tierra prometida, ya que su Dios Supremo, Huitzilopochtli, se le había presentado al sumo sacerdote, Tenoch, y le avisó que debían partir hacia el sur y fundar una gran ciudad que sería su joya. Para encontrar el lugar, la deidad le enviaría una señal: Un águila sobre un nopal devorando una serpiente.
Los valerosos y aguerridos aztecas corrieron a lo largo del territorio hasta llegar a lo que hoy conocemos como el Valle de México. Ahí, en medio del gran lago, el gran lago de Texcoco donde había un pequeño peñón donde avistaron la señal de su dios: un águila devorando una serpiente sobre un nopal. Habían llegado a la tierra prometida por la divinidad, y al igual que el pueblo hebreo, tuvieron que luchar contra otras tribus que ya se habían asentado ahí. Finalmente, erigieron su imperio y levantaron una magnífica ciudad sobre las aguas del gran lago, a la que llamaron Tenochtitlán, en honor del profeta que recibió la señal de Huitzilopochtli.
A partir del siglo II dC, la población de la cuenca comenzó a concentrarse en uno de los valles asociados al lago de Texcoco, para formar la que sería una de las más importantes metrópolis de Mesoamérica. Estamos hablando de Teotihuacan, ubicada al noreste del lago, dedicada a la agricultura y al comercio interregional. Teotihuacan fue una ciudad habitada por personas de distintos orígenes étnicos, y fue el corazón de la política, la economía y la cultura mesoamericana desde el siglo II hasta el siglo VIII, en que comenzó su proceso de decadencia.
Con la recesión teotihuacana, la cuenca del lago de Texcoco fue uno de los destinos principales de los grupos migrantes provenientes del norte de Mesoamérica. Algunos de estos pueblos habían abandonado sus lugares de origen debido a la catástrofe ecológica que puso fin a la cultura agrícola en el semidesierto del norte de Mesoamérica. Otros eran grupos nómadas de frontera que aprovecharon la situación de caos político dominante en el área nuclear mesoamericana. Además, algunos pobladores de Teotihuacan se refugiaron en antiguas poblaciones ribereñas del lago, como Azcapotzalco, Culhuacán, Chimalhuacán y Portezuelo.
Venidos del norte eran los chichimecas, pueblos de filiación náhuatl, que al mezclarse con la población originaria, dieron lugar a la cultura tolteca en el siglo IX. Su hegemonía no duraría más allá del siglo XI; cuando nuevos pueblos nahuas se establecieron en las orillas del lago de Texcoco. Ejemplo de ello es Tenayuca, una población en el noroeste del lago habitada por chichimecas. Los últimos en llegar fueron los mexica, que luego de merodear por la ribera de los lagos de Xaltocan, Texcoco y Xochimilco, finalmente se establecieron en el islote de México, donde fundaron Tenochtitlan, la capital del Estado militar más extenso que conoció Mesoamérica.
La ciudad de Tenochtitlan estaba situada en la mitad de un inmenso lago. Esto facilitaba el transporte acuático y la defensa militar de la ciudad, pero también complicaba la comunicación terrestre con el resto de la cuenca. Por ello, los mexicas idearon la construcción de tres calzadas que unían la isla con las riberas del lago. Hacia el norte partía la calzada de Tepeacaca (o del Tepeyac, que actualmente corresponde a la Calzada de los Misterios de la ciudad de México). La calzada de Tlacopan (actualmente calzada México-Tacuba) unía a Tenochtitlan con Tlacopan, uno de los estados confederados de la Triple Alianza. La más larga de este sistema de calzadas era la de Iztapalapa (actualmente calzada de Tlalpan y avenida San Antonio Abad), que con rumbo hacia el sur llegaba hasta un islote llamado Xóloc, donde se bifurcaba. Un brazo se dirigía a Coyoacán y el otro a Mexicaltzingo, en territorio del señorío de Iztapalapa.
Las calzadas también tenían compuertas, y comprendían numerosos puentes levadizos que podían aislar a la ciudad de Tenochtitlan en caso de un enfrentamiento militar. Además, la calzada de Tlacopan y el ramal de Coyoacán estaban asociadas a pequeños acueductos que proveían de agua potable a Tenochtitlan.
Los españoles llegaron a Tenochtitlan en 1519. Procedentes del sureste del valle de México, una de las primeras poblaciones indígenas que vieron fue Iztapalapa. En aquel tiempo, la villa de Iztapalapa era parte del sistemas de poblaciones reales que servían al mismo tiempo como primera línea de defensa a la capital y como fuentes provisoras de mantenimientos y otros menesteres.
Tras la caída de Tenochtitlán y el comienzo de una nueva era bajo el dominio español, el 26 de noviembre de 1555, el español Francisco Gudiel presentó un proyecto para el desagüe general del Valle de México y utilizar las aguas para los regadíos y la navegación, más tarde ésta sería una propuesta de Alejandro de Humboldt.
Plan Lago de Texcoco
No fue sino hasta septiembre de 1912 cuando la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria declaró que el lago de Texcoco, situado entre el Distrito Federal y el Estado de México, era de jurisdicción federal.
Durante el período 1912-1932, se continuaron las obras de desecación de la zona lacustre.
En 1931 el presidente Pascual Ortiz Rubio nombró al ingeniero Francisco Díaz Babio como director de las obras del Lago de Texcoco, encomendándole que deslindara los terrenos.
El 24 de agosto fue creada la Comisión Nacional Deslindadora que tenía como objetivo deslindar los terrenos, propiedad de la nación, ubicados dentro del Lago de Texcoco.
El 14 de octubre el presidente Ortiz Rubio expide el decreto para que se ejecutaran obras para el drenaje, bonificación e irrigación de las tierras desecadas y desecables del lago de Texcoco.
El 23 de mayo de 1932 el precio de cada hectárea era de un peso, los títulos de propiedad se entregarían cuando se realizaran las labores de bonificación y cultivo agrícola, generándose una adquisición masiva.
En 1933 los terrenos del área próxima a la carretera México–Puebla fueron invadidos. Los primeros grupos se asentaron en los municipios Chimalhuacán, La Paz y Ecatepec, terrenos que actualmente corresponden al municipio Nezahualcóyotl.
Fue a partir de 1965 que los ingenieros mexicanos Nabor Carrillo y Gerardo Cruickshank comienzan a idear un proyecto para salvar el antiguo lago de Texcoco y, así, resolver el problema de las inundaciones, abastecer de agua a la zona metropolitana, recargar los acuíferos y limpiar el aire.
El ingeniero Carrillo murió en 1967, pero se creó la Comisión del Lago Texcoco y se asignaron 10 mil hectáreas al proyecto, a cargo de Cruickshank.
En lago Doctor Nabor Carrillo cuenta en la actualidad con una superficie de embalse de mil hectáreas y una capacidad de almacenamiento de 36 millones de metros cúbicos.
Después, un grupo de arquitectos (Teodoro González de León, Alberto Kalach, Gustavo Lipkau y Juan Cordero), junto a diversos urbanistas, ingenieros, filósofos, políticos y biólogos mexicanos, han retomado el espíritu del proyecto de Carrillo para promover la vuelta a la ciudad lacustre.
El proyecto de los arquitectos ha sido reconocido nivel internacional…pero, entonces ¿está contemplado en el nuevo aeropuerto?
El lago de Texcoco es, tal vez, nuestra última oportunidad de comenzar a actuar para que nuestra ciudad siga…bueno, existiendo.
El Proyecto de los arquitectos se llamaba Ciudad Futura y propone crear un enorme polo de desarrollo con el que se influya en toda el área metropolitana y en la zona centro del país en general.
Con Ciudad Futura se generaría un sistema de lagos contiguos e interconectados por infraestructuras urbanas.
Esta zona de lagos es tres veces más grande que la bahía de Acapulco (es en serio). Y se alimentaría con aguas tratadas que la ciudad actualmente desecha.
Esta área sería el núcleo de nuestro sistema de metabolismo urbano-ecológico, pues ahí se reciclarían las inmensas cantidades de agua de desechamos.
Además, se comenzaría a poner atención a la zona Oriente de nuestra metrópoli. También se permitiría que se regeneren la flora y la fauna. “México Ciudad Futura” se trata, además, de un megadesarrollo urbano de infraestructura y rescate ambiental que plantea un corredor comercial de Chimalhuacán a Tepexpan que incluiría la creación de un parque industrial, líneas de tren ligero, centros comerciales, centros de convenciones, parques de diversiones, hospitales, museos, universidades, restaurantes, hoteles y fraccionamientos de todo tipo.
Todas estas zonas estarían ubicadas en islas dentro del lago y que estarían comunicadas por calzadas y vías rápidas.
En una de las islas se ubicaría el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México (que no es el mismo que quiere hacer Peña Nieto).
Ante esta situación, en 1971 la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos formó una comisión que diseñó el Plan Lago de Texcoco, resultado de un análisis detallado de las condiciones hidrológicas y ambientales del lago.
A la par se desarrolló el Programa de Rescate Hidroecológico del Lago de Texcoco, que tuvo por objetivo promover la sustentabilidad hidroecológica del exvaso del lago de Texcoco y de las cuencas de los ríos tributarios del oriente del Valle de México.
Lo anterior, con el fin de recuperar la zona degradada mediante el aprovechamiento racional de los recursos naturales, el desarrollo forestal y el saneamiento ambiental. El plan no solamente rescató el ambiente. Actualmente es un ejemplo a seguir a nivel internacional.
Desde el inicio, las acciones de rescate integral en la zona federal se enfocaron a la ejecución de las obras urgentes de infraestructura hidráulica y al encauzamiento de los ríos con el fin de regular los escurrimientos pluviales. La principal complicación para llevar a cabo las acciones de rescate y recuperación se asociaron a las características propias del área y al componente social.
Dentro del Plan Lago de Texcoco, se prospecta la ZMRE en los terrenos aledaños a la Zona Federal del Lago de Texcoco (ZFLT). Esta zona de mitigación tiene el propósito de mejorar la calidad de vida de la población que habita la región oriente de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM). Lo cual reduciría las afectaciones a la salud y aumentaría la proporción de áreas verdes por habitante.
La primera acción sería la adquisición de predios.
De aquí se derivarían el diseño y la ejecución del rescate de suelos y la instalación de sistemas de riego. La ZMRE constaría de la siguiente infraestructura:
• Vialidades de acceso y operación,
• instalación de sistemas de riego y
• sistema de drenaje.
Dicha infraestructura se construiría en la región oriente de la ZMCM (en la porción norte y oriente de la ZFLT) principalmente en los municipios de Texcoco y Ecatepec, en el Estado de México.
En los argumentos del proyecto se considera que la ZMRE propiciaría la mitigación de partículas suspendidas y beneficiaría al ordenamiento territorial.
Sin embargo, el problema principal para llevar a cabo esta acción es la adquisición de los terrenos.
Proyecto del Parque Ecológico Lago de Texcoco (PELT)
A los beneficios que proporcionaría la realización de la ZMRE se sumaría la habilitación de un espacio de acceso a todo público para actividades culturales y deportivas (en las áreas ubicadas entre la autopista Peñón Texcoco y los lagos Nabor Carrillo y Recreativo).
También se proponen dos estrategias para disminuir la problemática de la ZMCM son las siguientes:
• Proyecto de Zona de Mitigación y Rescate Ecológico en el Lago de Texcoco (PELT).
• Plan Director de Desarrollo Agropecuario y Forestal de la Zona de Mitigación en los Municipios de Atenco y Texcoco, Estado de México (PDAFAT).
Estas dos estrategias requerirían la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales El Caracol (PTAR El Caracol) para abastecerse de agua tratada.
El programa de inversiones (compuesto por el PELT, el PDAFAT y la PTAR El Caracol) es socioeconómicamente rentable con base en argumentos sólidos, los cuales determinan los beneficios netos que generaría en la zona de influencia que se traducirían en mayores niveles de bienestar para el país
Un viejo proyecto hecho realidad
La noche del 30 de julio de 2002, tras nueve meses de conflicto con los campesinos de San Salvador Atenco, el gobierno de Vicente Fox anunció la cancelación del proyecto de construcción del aeropuerto internacional en Texcoco.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes anunció, a través de un comunicado, que tras la negativa de las comunidades ejidales para la edificación del nuevo aeropuerto sobre sus tierras, “y habiendo, en las nuevas condiciones, opciones convenientes para ampliar la base aeroportuaria del centro del país, el Gobierno de la República ha tomado la decisión de realizar los trámites conducentes para dejar sin efecto los decretos expropiatorios”.
Al recibir la noticia, América del Valle, representante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, dijo que esta decisión se asumía como un triunfo del movimiento campesino, pero demandó que el gobierno de Fox se los dé a conocer directamente
Por su parte, el jurista Ignacio Burgoa, asesor de los ejidatarios afectados, dijo que este anuncio es un buen antecedente, pero precisó que el presidente Vicente Fox es quien debe firmar el acuerdo derogatorio de la expropiación de los terrenos, para que se finiquite el litigio.
En el segundo informe de gobierno, el país se enteró del nuevo proyecto del presidente Peña Nieto. Se trata de un aeropuerto de gran tamaño que podría suplir las carencias del viejo aeropuerto Benito Juárez. Pero para hacerlo necesita un espacio, él dijo que tenían terrenos federales, a lo que José Luis Luege Tamargo, ex director general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), contestó no muy feliz:
«Durante mi gestión se adquirieron mil 700 hectáreas para fortalecer la vocación reguladora del lago de Texcoco frente a la temporada de lluvias en el Valle de México. Es falso que se compraran para construir un nuevo aeropuerto»
Pero, ¿por qué se puso así este ex funcionario? ¿Qué significado tiene esta zona para la ciudad y para el centro del país en general? ¿Por qué debería importarnos tanto el lago de Texcoco? La respuesta es uno de los problemas más grandes que tenemos: el agua.
Aunque la idea original era ampliar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, al parecer se construirá un nuevo inmueble cerca de Nabor Carrillo.
El titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, aseguró que la decisión del proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, se tomará en este trimestre.
El secretario efectuó las declaraciones durante un encuentro con senadores del Partido Revolucionario Institucional y del Verde Ecologista, reporta el diario Reforma.
De acuerdo con empresarios relacionados con la obra, la próxima semana se presentará el proyecto, el cual requerirá de entre cuatro y cinco años para su construcción, sin embargo, se espera que al cierre de la administración actual se ponga en operación parte de la obra, en la cual se invertirán 120 mil millones de pesos para tres pistas y una terminal, la cual triplicaría la capacidad actual del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), para efectuar operaciones simultáneas.
Los empresarios consideran que el proyecto podría darse a conocer durante el Segundo Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto, detalla El Financiero.
Los terrenos para la construcción del inmueble se localizan a 5 kilómetros al norte del actual aeropuerto, cuya amplitud permitiría ampliar hasta seis pistas y otra terminal el proyecto inicial.
Uno de los empresarios que no proporcionó su nombre, señaló que en el AICM no se pueden efectuar operaciones simultáneas, pero en el nuevo puerto aéreo se podrán desempeñar hasta 3 al mismo tiempo.
Ruiz Esparza mencionó que el gobierno federal tiene a su disposición 12 mil 500 hectáreas en la zona contigua al AICM y confirmó que sería durante septiembre cuando se tomará la decisión sobre el nuevo aeropuerto.
Hasta el momento se ha contratado a empresas expertas en ingeniería y se designará al arquitecto del proyecto, además se realizará una licitación para dividir la obra entre diferentes consorcios.
En los hechos el proyecto parece ser más que una ampliación, la creación de un nuevo puerto aéreo que conectaría al AICM, además podría disponer de otros usos como un centro de convenciones.
La estadounidense Parsons trabaja en la ingeniería del proyecto, pero no brindó información del diseño a petición del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México.
Los preparativos
En agosto de 2013, el gobierno y la Cámara Nacional de Aerotransportes preparaban los planos del proyecto de nuevo aeropuerto para la ciudad de México.
Según Pablo Andrade Azcárraga, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET) señalaba: “no sé dónde se construirá el aeropuerto, pero sé que hay varias opciones.
”El nuevo aeropuerto creo que tendrá hasta seis pistas, lo cual le permitirá operaciones simultáneas, así como el uso eficiente de los espacios aéreos y los horarios”, adelantó el empresario.
La nueva terminal aérea reemplazará al saturado aeropuerto internacional Benito Juárez y se construirá en cuenca del Lago de Texcoco.
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EDT/FM