CIUDAD DE MÉXICO.- Los productos derivados de la leche contienen grasas saturadas, las cuales, en exceso, pueden aumentar los niveles sanguíneos de colesterol malo y, a su vez, incrementar el riesgo de enfermedades cardíacas. Los productos ultraprocesados que más grasas saturadas contienen, de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) son los quesos industrializados, que también se exceden en sodio.
Sin embargo, diversos especialistas están cuestionando si la oferta de productos a base de lácteos bajos en grasa tienen un impacto determinante en la salud de las personas.
Un artículo del sitio oficial de la Escuela de Medicina de Harvard, consultado por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), refiere que no hay evidencia sólida que permita concluir que los productos hechos con lácteos bajos en grasas aporten beneficios contundentes. “Creo que los lácteos enteros, consumidos con moderación, pueden ser parte de una dieta saludable”, sostiene la Dra. JoAnn Manson, profesora de medicina en dicha Facultad.
En ese mismo sentido, una publicación de la Universidad de Ciencias Médicas de Irán explica que aunque la mayoría de las pautas dietéticas recomiendan un mayor consumo de alimentos lácteos bajos en grasa o sin grasa, la evidencia revela que la ingesta de grasas lácteas no suele ir acompañada de un mayor riesgo de aumento de peso, enfermedades cardiovasculares o diabetes tipo 2 en personas sanas, dentro del rango de ingesta calórica recomendada.
También, una investigación difundida por la revista especializada Nutrients proporciona evidencia de que el consumo moderado de lácteos (hasta 200 gr. al día) no tiene efectos perjudiciales sobre la salud cardiovascular. El impacto en la alimentación –afirma- depende más del tipo de alimentos (queso, yogur y leche) que del contenido de grasa y, sin duda, de las cantidades.
En conclusión, cuando se trata de productos lácteos, sugieren investigadores, en vez de preocuparnos por elegir entre enteros o bajos en grasa, se deben tomar en cuenta tres recomendaciones: 1) priorizar los lácteos fermentados; 2) consumir lácteos enteros una vez al día, como máximo, y 3) si se tienen problemas para digerir los lácteos, limitarse a los que tienen un contenido de lactosa más bajo o buscar los productos libres de lactosa.
Cabe señalar que en México se tiene registro de que más del 50% de la población tiene un consumo de grasas saturadas mayor al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (menos del 10% de la ingesta calórica diaria).
AM.MX/fm