LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- “Pasar de hacer de homófobo a hacer de transexual no es un bombón, es una tarta al whisky”, decía Mariano Peña en una entrevista en 2014 al despedir nueve años de bigote y gomina en Aída para abrazar su papel de Bernadette en el musical Priscilla, reina del desierto en España, que llegó a contar con más de 40 artistas, 23 cambios escenográficos, 500 trajes y 200 pelucas. Pero lo cierto es que hubo otros antes que Peña que, enfundados en prominentes tacones y tocados y envueltos de oropel, encarnaron a muchas y muy diversas Bernadettes.
De acuerdo con CINEMANÍA, desde que en 2006 se estrenara en Sidney, el trío de drags más famoso de la carretera ha recorrido los escenarios de medio mundo con sus lip syncs, destacando, especialmente, los de Londres, Nueva York Buenos Aires o Broadway, donde más de 3 millones de espectadores disfrutaron con sus locas aventuras. Pero lo cierto es que este musical, ganador de un Tony y un Olivier, y elegido como el mejor musical 2015 en España por los Premios Broadway World, le debe su fama a la película homónima de 1994.
Las aventuras de Priscilla, reina del desierto cumple 30 años y muy probablemente haya envejecido mejor que muchas de sus coetáneas. La premisa: dos drags queens y una mujer trans atraviesan el desierto australiano para llegar a uno de sus shows más importantes. Viajan a bordo de Priscilla, un autobús prácticamente sacado de Barbieland y la cuarta protagonista de esta anodina aventura que transformará sus vidas.
Todo un icono del cine drag y un culto a la libertad. Con sus dimes y diretes, pero con un sinfín de curiosidades que tres décadas más tarde la mantienen como uno de los emblemas del cine LGTBQ. Una road trip a la que, paradójicamente y con mejor final, no le faltó su Thelma, su Louise, su Brad Pitt y su Oscar.
Nadie quería financiarla
El proyecto de Las aventuras de Priscilla, reina del desierto germinó realmente durante el proceso de creación de Fraudes, de la mano de Stephan Elliott y la productora Andrena Finlay. De hecho, ya en 1991 comenzaron a buscar producción para sacar la película adelante durante el Festival de Cannes, aunque sin éxito.
Finalmente, el filme convenció a PolyGram y obtuvo el respaldo de la Australian Film Finance Corporation y el presupuesto inicial fue mucho menor de lo normal, unos 2,7 millones de dólares australianos. De este modo, los productores, Michael Hamlyn y Al Clark (marido de Andrena Finlay), acordaron aportar 50.000 dólares cada uno, una tarifa muy baja en comparación con el resto de producciones de la época. Esta falta de financiación hizo que los sueldos de los actores dependiesen de los beneficios de taquilla.
Claves del rodaje
Antes de comenzar con el rodaje, Stephan Elliot, el director, sacó a los actores principales a la calle montados como sus personajes, y nadie les reconoció. El actor Terence Stamp no se vio hasta el día del estreno. Por su parte, Bill Hunter, que encarnó a Bob, rodó La boda de Muriel y Priscilla de manera simultánea.
Algo curioso es que las escenas de apertura y cierre del film, en las que en ambas aparecen actuando a dúo Anthony y Dam, se filmaron el mismo día. Además, la mayoría del equipo de la película aparecen en algún momento del metraje, como, por ejemplo, la escena en la que interpretan I Will Survive.
Colin Firth y David Bowie rechazaron protagonizarla
Tampoco lo tuvieron fácil a la hora de encontrar a los actores principales, ya que muchos se negaron a protagonizarla. A causa del bajo presupuesto, recurrieron a intérpretes australianos o británicos. Pese a ello, se quiso contar con el mítico Tony Curtis para el carismático papel de Bernadette.
Terence Stamp fue quien interpretó a BernadetteTerence Stamp fue quien interpretó a BernadettePolygram Filmed Entertainment
Y lo cierto es que Curtis aceptó de inmediato, pero, por problemas de agenda, lo tuvo que rechazar. Por su parte John Cleese, cofundador de los Monty Python, David Bowie o John Hurt, entre otros, también rechazaron convertirse en Bernadette.
Para los papeles de Tick y Adam, los productores quisieron a Rupert Everett y Jason Donovan. Pero, tras una reunión de casting un tanto conflictiva, y para evitar problemas durante el rodaje, los elegidos fueron Hugo Weaving y Guy Pearce. Curiosamente, Donovan acabó interpretando a Tick al cabo de los años, cuando se estrenó el musical de la película en el West End de Londres. Otro actor que rechazó ser Tick fue Colin Firth, al que más tarde veríamos también interpretando temas de ABBA en Mamma Mia. Del mismo modo declinó el papel de Mitzi Tim Curry.
Los elegidos
Afortunadamente, sí hubo actores dispuestos a engalanarse de lentejuelas y pestañas postizas. El australiano Hugo Weaving, posteriormente muy popular por ser el Agente Smith en Matrix y Elrond en El Señor de los Anillos, se metió en el papel de Tick; mientras que Terence Stamp aceptó muy gustosamente el papel de Bernadette, al ser un personaje muy diferente a los que había interpretado a lo largo de su carrera. Bill Hunter aceptó el papel de Bob sin siquiera mirar el guion y Guy Pearce, popular en ese momento por la telenovela Neighbours, fue el último en sumarse al elenco.
Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, fue aclamada por la crítica y el público, y también resultó ser todo un éxito de taquilla. Un film que se apoya en un guion brillante que, según muchos, debió estar, al menos, nominado al Oscar.
No obstante, sí ganó el Oscar al mejor diseño de vestuario, que toma como referencia el cabaret, utilizando objetos cotidianos y disfraces de animales. Además, también obtuvo el Premio Una Cierta Mirada en la edición número cuarenta y siete del Cannes. Algo difícil de creer es que el icónico traje de chanclas, una de las vestimentas que le valió la nominación al Oscar, costó siete dólares.
También sobre las tablas
Tal fue su repercusión, que 12 años después del estreno de la película, Priscilla se trasladó a los escenarios. Primero a los de Sídney, donde fue un éxito absoluto, y más tarde a los de Melbourne, Auckland y también a Nueva Zelanda.
Después de tres años de éxito ininterrumpido, el musical saltó al West End de Londres en 2009, donde también arrasó. En 2011, el musical llegó a Broadway de la mano de Bette Midler, que produjo el espectáculo, logrando dos premios Tony y una nominación al Tony al Mejor musical del año.
El musical se ha podido disfrutar en ciudades como Milán, São Paulo, Estocolmo, París, Buenos Aires, Atenas, Tokio, Múnich, Valencia o Madrid, llegándose a convertir en uno de los musicales de mayor éxito.
Priscilla olímpica
La película supuso toda una revolución en el cine australiano, y como muestra de orgullo a la cultura popular australiana, el Priscilla, mítico autobús de la película, participó en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Sídney en el año 2000. Priscilla estuvo en el desfile luciendo en su techo un tacón de aguja gigante y estuvo acompañado de un despliegue de drag queens montadas en homenaje a la cinta y también a la comunidad LGTB de la ciudad.
¿Racista, sexista y homófoba?
A pesar de que Las aventuras de Priscilla, reina del desierto se considera un clásico de culto y una de las grandes películas de temática LGBT de los 90, la cinta no estuvo exenta de polémica. Fue acusada de racista y sexista por el controvertido personaje de Cynthia, la esposa de Bob. A ello hay que sumarle voces que, a día de hoy, critican al filme por estereotipar y no proyectar una imagen más normalizada de la homosexualidad.
Un emblema LGTBQ
No obstante, pese a la “reputación ambigua”, la película es considerada por la mayor parte del público y del colectivo, como una película que derrumbó prejuicios y ayudó a construir puentes entre la comunidad LGTBQ.
La obra de Stephan Elliott se puede considerar un auténtico precursor a la hora de abogar por los derechos LGBT reivindicando la pluma y el transformismo, así como por reflejar otros tipos de estructuras familiares en una época en la que los derechos para las familias homoparentales eran algo impensable.
AM.MX/fm