CIUDAD DE MÉXICO, 5 de diciembre (EDT).— Una mujer de 32 años se convirtió en la primera del mundo que da a luz un bebé sano tras recibir un útero trasplantado de una donante muerta. La receptora tenía intactos los ovarios y producía óvulos, pero nació sin útero por una enfermedad congénita que afecta a una de cada 4 mil 500 mujeres.
Durante una operación de más de 10 horas, los médicos le trasplantaron el útero de una mujer de 45 años que había fallecido por un derrame cerebral. El procedimiento requirió de una complicada cirugía y altas dosis de fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo. Sin embargo, siete meses después del injerto, los médicos le implantaron a la paciente uno de sus óvulos previamente fecundados.
Tras una gestación normal tuvo una niña sana. Eso sí, después del nacimiento (por cesárea] los médicos le extirparon el útero trasplantado para que no tuviera que seguir con la intensa medicación inmunosupresora. Los detalles de la operación, realizada en 2016, se publican en la revista médica The Lancet.
La bebé nació, sin dificultades a las 36 semanas de gestación, el 15 de diciembre de 2017. Pesó 2, 550 kilogramos y se hallaba en perfecto de estado de salud. Tanto la niña como la madre dejaron el hospital al cabo de tres días.
Estos trasplantes son complejos desde el punto de vista técnico, poco exitosos y plantean dilemas éticos. En total, se han intentado 39 trasplantes entre personas vivas de los cuales solo 11 han conseguido bebés sanos. En la mayoría de los casos las donantes son madres, hermanas o amigas íntimas de las receptoras. El primer caso exitoso se registró en 2013 en Suecia.
En el caso de donantes fallecidas, se han intentado 10 trasplantes, todos sin éxito. Por lo que el equipo médico del Hospital das Clínicas de Sao Paulo, en Brasil, consideró que este logro facilitará “la adopción generalizada” de este tipo de trasplantes.
Los responsables del trabajo señalaron que esta intervención no solo podría ayudar a mujeres infértiles por dolencias congénitas, sino también a otras a las que se les ha extirpado el órgano tras infecciones o tratamientos oncológicos. Para todas estas personas, las únicas opciones disponibles eran la adopción o el acceso a madres subrogadas.
EL PRIMER CASO EXITOSO
En 2013, una mujer de 61 años decidió que le extirparan el útero para implantárselo a una de sus mejores amigas, una mujer sueca de 35 años que nació sin este órgano por una enfermedad congénita. Aunque la donante había llegado a la menopausia siete años antes, su útero permitió el nacimiento del primer bebé por esta técnica. Desde entonces el programa de trasplantes sueco también se ha aplicado a mujeres que perdieron el útero tras un cáncer y ha conseguido ocho nacimientos.
Poder usar órganos de personas fallecidas aumenta la disponibilidad de órganos en países con sistemas nacionales de trasplantes y elimina las complicaciones que pueden sufrir las donantes vivas, argumentaron los médicos brasileños. Este tipo de trasplantes requiere que las receptoras estén sanas y en buen estado físico para soportar las posibles complicaciones, como hemorragias moderadas, y aguantar las altas dosis de fármacos inmunosupresores.
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