Por Lizbeth Woolf
CIUDAD DE MÉXICO.- Este julio de 2025 se cumplen cuarenta y seis años del supuesto final de un fenómeno que revolucionó la industria musical: La música disco. Y nos hemos hecho las siguientes preguntas: ¿Qué fue y en qué contexto surgió? ¿Cómo impactó en la cultura popular? ¿Qué artistas dignificaron el género? ¿Quiénes lo denostaron y por qué llegó a ser tan odiado? Y lo más importante: ¿Qué legado musical nos deja?
El 12 de julio de 1979 se dio que oficialmente la música disco había muerto. Fue el día del “Disco Demolition”, un evento un tanto macabro auspiciado por el dj y presentador de radio Steve Dahl. Él y otros colegas de profesión comenzaron una campaña radiofónica contra la música disco y lograron convocar a sus oyentes y seguidores (en su mayoría hombres blancos) a una quema masiva de vinilos de música disco bajo el lema “Disco sucks” (la música disco apesta). Fue en el estadio de béisbol de Comiskey Park (Chicago) durante el descanso de un partido y acabó en un caos absoluto con gente invadiendo el campo, asientos arrancados de las gradas y la policía antidisturbios. Un episodio lamentable.
La antidiscomanía se propagó rápido. Quizás otra de las razones que apuntan los expertos está en las propias raíces de la música disco. Era un movimiento surgido del Black Power, de los clubs gays y underground de Nueva York, con tintes latinos, sus canciones eran mayoritariamente cantadas por mujeres y esto era algo que molestaba a una masa compuesta en su mayoría por hombres blancos y heteros. Para Nicky Siano, dj residente de Studio 54, “la reacción fue antigay, pero también antimujer y antinegros”.
Ya era una realidad. El movimiento fue considerado banal e insignificante y durante años el sentimiento antidisco proliferó. Y sin embargo, más allá de los falsetes y sus sonidos orquestales, la música disco es importante por constituir el germen de la música house, el dance y la mismísima electrónica. En los últimos años, y con la perspectiva del tiempo, el sentimiento pro-disco ha vuelto a aflorar, como demuestra este artículo de BBC titulado Por qué la música disco debería ser tomada en serio.
La música disco tuvo su etapa de mayor proyección en un periodo de ocho años comprendido entre 1974 y 1982, aproximadamente, con un revival en los años 1990.
Nunca antes un DJ de club había creado un éxito en las listas: “ Soul Makossa ” ha sido descrita desde entonces como la primera canción disco (apropiado para una pista que celebra el baile y tiene un ritmo pulsante en todo momento)
Nadie se pone de acuerdo en cuàl fue la primer canciòn de la onda disco, para algunos Soul Makpssa de ManuDibango es la que inaudita una nueva época en la historia de la música, mientras que para otros, Además, “Never Can Say Goodbye” de Gloria Gaynor (1974) es considerada como uno de los primeros éxitos de la música disco, ya que fue uno de los primeros discos mezclados específicamente para su difusión en clubes. La primera canción disco número uno en esa lista fue “You Should Be Dancing” de los Bee Gees. Por supuesto, el lanzamiento de Fiebre del Sábado Noche y su banda sonora en 1977 consolidó la enorme popularidad de la música disco.
El germen de la música disco
El hartazgo por la Guerra de Vietnam, que duró veinte largos años -de 1955 a 1975- y a la que pocos encontraban un sentido, había cristalizado en la sociedad estadounidense de la época. La música fue una herramienta fundamental para constatarlo a través de canciones protesta. Fueron años difíciles. El 4 de abril de 1968, Martin Luther King Jr. era asesinado en Memphis, las marchas contra la guerra eran cada vez más frecuentes y ese 68 está considerado uno de los años más sangrientos de América. El 28 de junio de 1969 se produjeron los disturbios de Stonewall, a consecuencia de las manifestaciones por una redada policial en un club LGTB en el neoyorquino barrio de Greenwich Village, que avivaron aún más la llama por los derechos y libertades del colectivo gay. El mundo estaba cambiando y a mediados de los setenta, los jóvenes de Estados Unidos estaban ya cansados de tanta política. Necesitaban un respiro, un balón de oxígeno que resultó ser la música disco.
La música disco nacía para tratar de liberar a la gente a través del baile. Los últimos coletazos de la guerra, la represión policial contra afroamericanos, la situación socioeconómica y política… Los jóvenes acudían a los clubs fascinados por los beats y el baile y para desprenderse por unas horas de la cotidianeidad de sus vidas. Durante cuatro años, la música disco impregnó cada club de moda de ciudades como Nueva York y se convirtió en un refugio para gays, lesbianas, travestis, personas trans, para jóvenes afroamericanos, latinos… en definitiva, colectivos marginados que sentían que la música disco era, en cierto modo, una liberación.
La música era esencial… el baile también
La música disco nace a mediados de los años 70 a partir de referencias como el soul, el rhythm and blues o el funk de finales de los sesenta. Es un estilo abierto, integrador, que también incorpora elementos de la música latina y psicodelia para generar un sonido único cuya base es el ritmo. La percusión es fundamental porque la esencia de la música disco es poder bailarla. La propia Gloria Gaynor la describió a la perfección como un estilo que invita a movernos: “La música disco tiene un poquito de soul, una percusión prominente, es beat… la gente olvida sus problemas y sale a bailar”, explicaba la diva en declaraciones para el documental Studio 54: Behind the scenes documentary.
Pero además, las pistas disco incorporaban unas líneas de bajo potentes, melodías a piano, instrumentos de cuerda que aportaban un sonido orquestal y falsetes, muchos falsetes. Artistas como Barry White, Donna Summer, los Jackson 5, Chic, The Trammps, Gloria Gaynor o The Village People fueron algunos de los nombres más destacados del movimiento disco, que también cristalizó en Europa a través de The Bee Gees y ABBA.
En televisión, surgió Soul Train, un programa de música en el que actuaban los grandes artistas del género de cada momento. Pero la música disco era básicamente poder bailar, expresarse, desinhibirse, acariciar la sensualidad… y esto solo podía ocurrir en las discotecas, un nuevo concepto de club que surgió con la música disco y que perdura hasta nuestros días. El tradicional baile en pareja dejó paso al baile en masa. La pista de baile se convertía en el epicentro de la movida, en el lugar donde ocurría la magia. Y era también un medidor de éxitos para las canciones del momento.
El devenir de la música disco está asociado al nacimiento de la cultura de club y, por tanto, de las discotecas, la figura del Dj y el remix
Surgieron locales míticos donde sonaba música disco toda la noche: clubes como The Loft, Le Jardin, The Gallery o el legendario Paradise Garage adquirieron gran popularidad y, en este contexto, los disc jockeys de estas salas se convirtieron en verdaderos mesías de la música disco. Si pinchaban o mezclaban tus temas tenías éxito. Así de fácil. A finales de los setenta, el Dj tenía más poder que un locutor de radio y las compañías discográficas los abordaban directamente para que pincharan sus nuevos lanzamientos. Walter Gibbons, David Mancuso, Larry Levan o Nicky Siano fueron algunos de aquellos nombres.
Para saber más: En el artículo de Vanity Fair Boogie Nights: una historia oral de la música disco, la editora Lisa Robinson condensó la esencia de la música disco a través de algunas de las declaraciones más impactantes de los protagonistas del movimiento. Responsables de compañías discográficas, productores como Giorgio Moroder, artistas como Bee Gees, Nile Rodgers o Gloria Gaynor e incluso Ian Schrager, cofundador junto a Steve Rubell de Estudio 54.
Para saber más: En el artículo de Vanity Fair Boogie Nights: una historia oral de la música disco, la editora Lisa Robinson condensó la esencia de la música disco a través de algunas de las declaraciones más impactantes de los protagonistas del movimiento. Responsables de compañías discográficas, productores como Giorgio Moroder, artistas como Bee Gees, Nile Rodgers o Gloria Gaynor e incluso Ian Schrager, cofundador junto a Steve Rubell de Estudio 54.
Estudio 54, el templo de la música disco
“La clave del éxito de Estudio 54 fue que era una dictadura en la puerta y una democracia en la pista de baile”, llegó a decir Andy Warhol. El mítico Estudio 54 abrió sus puertas en 1977 y se convirtió en el epicentro de la música disco en Nueva York. Su ambiente exclusivo y distinguido (acudían, por ejemplo, estrellas de rock, aristócratas, actores o diseñadores) contrastaba con la presencia del público general, gente de cualquier rango social que conseguía acceder simplemente porque el doorman así lo consideraba.
El tradicional baile en pareja dejó paso al baile en masa. La pista de baile se convertía en el epicentro de la movida, en el lugar donde ocurría la magia. Y era también un medidor de éxitos para las canciones.
Entre sus clientes habituales estaban celebrities como Andy Warhol, Liza Minelli, David Bowie, Diana Ross, Tina Turner, Salvador Dalí, Debbie Harry, Cher, Divine, Michael Jackson, Truman Capote, Richard Gere, Grace Jones o Al Pacino, pero, el acceso era completamente aleatorio, tal como explican en el documental Studio 54: Behind the scenes documentary.
El músico Nile Rodgers de Chic, uno de los máximos exponentes de la música disco, también se quedó a las puertas de acceder. En la Nochevieja del 77 tanto él como el bajista de la banda, Bernard Edwards, hacían cola en el acceso de invitados. Estaban en la lista de puerta de Grace Jones, que actuaba esa noche en el local y que había declarado públicamente ser fan de Chic, pero tal como llegaron se fueron. Cabreados, decidieron montarse la fiesta en casa y allí nació Le Freak, una de sus canciones más populares y una crítica feroz a la incomprensible política de puerta del club.
Del underground al mainstream
La música disco surgió como un movimiento underground alrededor de 1975. Afroamericanos, latinos, italianos, el colectivo LGTB y las mujeres fueron los impulsores de un género que brotó de la confluencia de culturas. De repente, tres años después, la música disco estaba por todas partes. El disco se había vuelto comercial y muchos artistas de otros géneros coquetearan con este estilo simplemente porque estaba de moda o, a veces, por imperativo de las propias discográficas que habían visto el rédito económico.
Rod Stewart grabó Do Ya Think I’m Sexy?1978), The Rolling Stones editaron Miss You (1978), Blondie lanzó Heart of Glass (1978) e incluso encontramos la influencia disco en la mítica Another Brick in the Wall de Pink Floyd (1978-79).
La película Saturday Night Fever (1977), dirigida por John Badham y protagonizada por John Travolta y Karen Lynn Gorney, supuso el punto álgido de la música disco llegando a todos los públicos a través de las salas de cine y dando el salto a Europa. De hecho, la banda sonora del filme había corrido a cargo de los británicos Bee Gees y gozó de gran popularidad a finales de los setenta. Temas como Stayin’ Alive, Night Fever, More than a woman o How deep is your love recorrían las escenas de esta cinta musical imprescindible.
Pero la fiebre por la música disco fue su propia tumba. El declive del género comenzó con las parodias y los discos infantiles de música disco. Disney llegó a publicar Mickey Mouse Disco; también hubo álbum de Barrio Sésamo en clave disco y el ridículo absoluto llegó con Disco Duck, la parodia del cómico Rick Dees en colaboración con un pato. Un despropósito que avivó un creciente sentimiento de odio hacia la música disco.
Disco sucks: un sentimiento anti-disco
¿Por qué tanta gente terminó odiando la música disco? Una de las razones fue la omnipresencia: la música disco estaba en todas partes y esto llegó a constituir su propio final. Morir de éxito, vamos. Como mencionamos más arriba, la música disco se tornó muy comercial llegando a invadir otros géneros musicales y convirtiéndose en carne de pantomima.
AM.MX/fm