CIUDAD DE MÉXICO, 6 de agosto, (EDT).— Un día como hoy, pero de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial había llegado prácticamente a su fin, luego de que la destrozada Alemania nazi se había rendido, Estados Unidos decidió golpear a Japón con la última incorporación a su arsenal, fruto del llamado Proyecto Manhattan, para acelerar el proceso de rendición.
Fue así que hace 74 años, la bomba de uranio ‘Little Boy’ fue lanzada por el avión Enola Gay sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. El artefacto, siendo el primero en ser lanzado sobre una ciudad de la historia, causó la muerte de entre 100,000 y 160,000 personas y destruyó la ciudad hasta los cimientos.
Ese día el aire ardió, pues ‘Little Boy’, explotó al llegar a la altura de 590 metros, provocando una reacción atómica que liberó una energía de 13 kilotones (equivalente a 13.000 toneladas de TNT) y generó un calor de aproximadamente 1 millón de grados centígrados.
Cerca del 30% de la población de Hiroshima murió en el acto, pues sus cuerpos fueron desintegrados por el calor y la explosión. A los que sobrevivieron a la catástrofe se les conocía como ‘hibakusha’, que literalmente significa ‘persona bombardeada’.
¿Por qué EU lanzó las bombas atómicas?
El presidente estadounidense Harry S. Truman fue quien dio la orden de lanzamiento. El mandatario anunció el uso del arma atómica horas después del lanzamiento y justificó su decisión: uno, como una forma rápida de acabar con la guerra; esto por el fanatismo japonés, que creían los harían combatir hasta el último hombre) y, segundo, como una revancha contra los japoneses por el ataque a la base de Pearl Harbor.
A falta de una respuesta por el gobierno japonés, luego de la bomba de Hiroshima, se lanzó un segundo artefacto sobre la ciudad de Nagasaki. La ‘Fat Man’ sumó otras 80,000 muertes a las ya provocadas en Hiroshima y consiguió la rendición incondicional del imperio nipón.
Las heridas ocasionadas por la bomba atómica no sanan
Los conocidos para siempre como hibakusha, (los bombardeados, en japonés), son atendidos cada año por enfermedades relacionadas con las dos bombas atómicas que EU usó contra Japón. Incluso, a medida que envejecen, desarrollan nuevas enfermedades relacionadas con lo que vivieron aquel agosto de 1945.
En total, unas 214,000 personas murieron por el efecto directo de las bombas. Pero, lo que pocos esperaban es que su impacto duraría no unos años sino décadas enteras.
Especialistas de la Universidad de Hiroshima y la Universidad Médica de Fukushima han estudiado los efectos a largo plazo de la radiación. El estudio sistemático de los hibakusha comenzó en 1950, cinco años después de que fueran detonadas las bombas. El primer estudio incluyó a 94,000 supervivientes que se encontraban en un radio de 10 kilómetros de la zona cero de Hiroshima aquel 8 de agosto.
Los resultados de dicha investigación publicados por la revista médica The Lancet, revelan que solo cinco años después de las bombas, el número de casos de leucemia entre los hibakusha ya era superior al de las poblaciones no expuestas y el aumento del riesgo relativo (comparado con grupos de control) tendría su pico a los siete años.
El estudio preparado para The Lancet también repasa otras enfermedades no relacionadas con el cáncer. Aquellos que recibieron altas dosis de radiación presentaron y presentan una mayor incidencia de daños en tejidos, problemas de riñón, infartos cerebrales, alteración del sistema inmunológico o ataques cardíacos.
Sólo querían agua…
“Nunca olvidaré lo que vi, a mis 10 años, cuando trataba de regresar a casa. Mis compañeritos y yo comenzamos a ver gente saliendo de Hiroshima, todos quemados y con la piel cayéndoseles de la cara, de los brazos. No llevaban ropa, se les había quemado. No sabíamos si eran hombres o mujeres. Seguían viviendo y decían: ¡Queremos agua, queremos agua! Pero no teníamos agua…”
La madre de Mitzuko desapareció ese día y su padre murió más tarde de cáncer.
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EDT/TIV