CIUDAD DE MÉXICO, 16 de julio, (EDT).— La única vez que Celia pudo pisar nuevamente su amada Cuba fue desde el lado norteamericano, desde la base de Guantánamo, cuando fue invitada por el gobierno estadounidense para cantar ahí.
Celia pasó una mano por debajo de la reja y robó un puño de esa tierra roja de su amada isla y la metió en una bolsita de plástico. “Tengo un pedacito de Cuba en mí con esta tierra”, decía. Y con ese puño de tierra la enterraron, porque Fidel pudo haberla vetado de su tierra, pudo acallar su voz y su música por muchos años, pudo también evitar que volviera a ver su padre y a su madre con vida, pero a Cuba, a Cuba no se la pudo arrancar de los huesos ni del alma.
Y es que la magia de esa isla caribeña es imposible de arrancar de la piel y de los ojos.
Celia se lleva a Cuba en el corazón
Celia partió de Cuba un 14 de julio de 1960 y jamás, ni aún después de su muerte el 16 de julio de 2003, volvió a su tierra natal.
El 15 de julio de 1960, Celia desayunó con Ollita, su madre. Le dijo que volvería para que pasen la Noche Buena juntas. Toda la familia se montó en el carro y arrancó para el aeropuerto a despedir a la estrella de la casa que se iba de gira a México. El único ausente fue don Simón, su padre, quien estaba tan mal que Celia ya hasta había dejado pagados los trámites para el sepelio en caso fallezca.
Celia y sus compañeros de la Sonora Matancera abordaron el avión junto con Rogelio Martínez, director de la agrupación, quien les dio la noticia de que no iban a regresar a Cuba jamás.
“Cuando salimos del espacio aéreo y estábamos por entrar en México, Rogelio se levantó y nos dijo: «Caballeros (…), este es el vuelo que no tiene regreso». Todos nos quedamos fríos. Algunos de los muchachos se pusieron a llorar (…)”, contaba Celia, quien nunca más volvería a ver a su familia.
La voz de Celia Cruz no se puede prohibir
Celia Cruz con su inconfundible voz y su carisma llevó la salsa cubana, esa mezcla de sonidos afrocubanos y jazz, a todo el mundo y llegó a ser representante internacional de una isla donde su música estaba prohibida, aunque era escuchada a bajo volumen en muchas casas cubanas.
Sin embargo, el pueblo de Cuba la llevaba en el corazón y nunca se dejó de sentir el “Azúuuucar” de la cubana.
Aunque vivió más tiempo en Estados Unidos que en Cuba,“su cubanía estaba a flor de piel, era la bandera de Cuba fuera de Cuba”, afirmó Omer Pardillo, quien durante muchos años fue el representante y casi hijo para Cruz.
Y nosotros no la olvidamos, porque Celia sí que tenía tumbao.
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EDT/TIV