LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- Hay películas que se retratan en el primer cuarto de hora, y Jurassic World: El renacer pertenece a esa categoría. Tras un prólogo que sirve de teaser al nuevo monstruo de la temporada y una serie de rótulos dedicados a barrer del mapa las consecuencias de la trilogía precedente, la cinta de Gareth Edwards nos regala una imagen que condensa su espíritu hasta el punto del “apaga y vámonos”.
¿Cuál es esa imagen? Pues la de un reptil antediluviano, uno de esos herbívoros inmensos y bonachones que dejaban ojipláticos a Laura Dern, Sam Neill y Jeff Goldblum en 1993, muriéndose de vejez en pleno centro de Nueva York ante la indiferencia de unos conductores ansiosos de que la pobre criatura la espiche de una vez por todas y deje libre la calzada.
De acuerdo con Cinemanía, desde la apoteosis jurásica despertada por Spielberg en los 90, insiste la película, ha pasado mucho tiempo: el suficiente como para que el público, dentro y fuera de la historia, vea a los ‘dinos’ como agua pasada. De ahí que el hombre de la gorra y el guionista David Koepp (a Edwards no lo metamos: él está aquí para ganarse el pan tras la mala taquilla de The Creator) hayan decretado lo que no deja de ser un reboot encubierto.
Dado el alud de ideas refritas que nos cayó encima con ‘Jurassic World: Dominion’ (2022), dicha puesta a cero es comprensible. Lo malo, sin embargo, no es solo que desaproveche el manantial de posibilidades que daba la coexistencia de humanos y dinosaurios. Es que su forma de hacerlo resulta formulaica y, sobre todo, más fría que la sangre de un velocirraptor.
Así, El renacer nos bombardea con cosas ya vistas, tanto en lo argumental como en lo visual: desde los personajes incautos (uno de ellos, el de David Iacono, tiene el mérito de ser uno de los más asesinables de toda la saga) hasta las set pieces basadas en enfrentamientos con una o varias especies de reptiles, pasando por el bicho creado en laboratorio que ejerce como final boss de la aventura.
A fuerza de conocidos, todos estos clichés contribuyen a sacarnos de la historia en lugar de a implicarnos en ella. Y, si alguien confía en que Scarlett Johansson y Jonathan Bailey aporten un remedio para esta falsa de carisma, sentimos decir que no es así: poco pueden hacer ambos actores si el guion apenas les da otras motivaciones que no sean correr detrás de una serie de MacGuffin cuya importancia resulta totalmente ajena a la trama.
Así, la impresión que provoca Jurassic World: El renacer evoca la causada por la pobre criatura que protagoniza su escena inicial: la de un ser de otra época, anciano y gigantesco, que merece gozar por fin de un descanso. Pero, mientras que a uno le gustaría acompañar al dinosaurio en cuestión (para darle un abrazo, para susurrarle que todo ha valido la pena, para despedirse de él como es debido), este producto industrial y sin alma solo da ganas de abandonar la sala a paso ligero.
AM.MX/fm