Ciudad de México.- La construcción de la Línea 1 del Metro de la Ciudad de México trascendió la ingeniería para convertirse en un monumental proyecto arqueológico. Durante las excavaciones, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) rescató un verdadero “mosaico de la historia subterránea” de la Cuenca de México, con cerca de 20 mil objetos que abarcan desde la prehistoria hasta el siglo XX. Estos descubrimientos confirmaron la riqueza cultural y la importancia de la civilización mexica en el Valle de México, transformando la obra en un registro invaluable de la historia urbana.
El adoratorio de Ehécatl en Pino Suárez: un tesoro arqueológico integrado al sistema del Metro para el disfrute de los usuarios
Entre los hallazgos más emblemáticos destaca el centro ceremonial descubierto en la estación Pino Suárez, donde se preservó in situ un adoratorio circular dedicado al dios mexica del viento, Ehécatl-Quetzalcóatl, que data del año 1400. Esta estructura contenía una ofrenda con una escultura del dios, una punta de maguey y huesos de loro. Por su valor histórico, el adoratorio se integró al transbordo entre las Líneas 1 y 2, convirtiendo la estación en un museo permanente accesible para millones de usuarios diariamente.
La riqueza arqueológica no se limita a Pino Suárez. En distintos puntos de la Línea 1 se han encontrado vestigios que abarcan múltiples periodos históricos. Entre ellos destaca el conocido “Hombre del Metro Balderas”, restos óseos con hasta 11,000 años de antigüedad, y restos de megafauna pleistocénica como mamuts en estaciones como Talismán y Pantitlán. También se recuperaron cerámicas, esculturas y vestigios coloniales, reflejando la complejidad histórica del subsuelo capitalino y la superposición de culturas a lo largo del tiempo.
Modernización integral de la Línea 1: una respuesta necesaria ante medio siglo de servicio y desafíos contemporáneos
Tras más de 50 años de operación, la Línea 1 enfrenta la necesidad urgente de una renovación completa. El Sistema de Transporte Colectivo emprendió un ambicioso proyecto que incluye la sustitución de vías, sistemas eléctricos y señalización, además de la incorporación de nuevos trenes NM-22, más eficientes y cómodos. Este plan busca garantizar la seguridad y continuidad del servicio, ya que la infraestructura original presenta signos de obsolescencia que requieren atención inmediata.
El proyecto, iniciado con un cierre parcial en julio de 2022, ha sufrido retrasos debido a la complejidad técnica y la interdependencia con el Tren Interurbano El Insurgente. La estación Observatorio, punto clave de conexión, ha requerido una remodelación profunda que ha condicionado los tiempos de la obra. Actualmente, 17 de las 20 estaciones están operativas, mientras que Juanacatlán, Tacubaya y Observatorio continúan cerradas, reflejando el “tamaño del reto” que implica esta renovación.
Legado histórico y desafíos actuales: la infraestructura que sigue marcando el futuro del transporte en la Ciudad de México
La modernización no solo corrige el desgaste sino que enfrenta los mismos obstáculos que la construcción original: interferencias con redes urbanas y las complejidades del subsuelo lacustre. Las persistentes filtraciones de agua son una herencia directa de los problemas iniciales. Este proceso es una negociación constante entre ingeniería, planificación y las realidades del terreno, demostrando que las decisiones tomadas hace más de cinco décadas siguen influyendo en la operación y desarrollo de la Línea 1 hoy en día.
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EDT.MX/JC