CIUDAD DE MÉXICO.- Calles desérticas, panoramas sombríos y grifos oxidados, es la clásica imagen de un futuro apocalíptico sin agua. En la Ciudad de México, una de las urbes más grandes y pobladas del planeta esto más que ciencias ficción parece una realidad que preocupa a todos su habitantes, pero ¿qué tanto es ficción y qué tanto es realidad?
De acuerdo con Leandro Barrionuevo, cofundador y director de Pura, empresa especialista en purificación de agua, el próximo 26 de junio (el Día Cero Agua, según el Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México), no se refiere a la falta total del líquido, sino al momento en que la CDMX deje de contar con agua de calidad para satisfacer la necesidad de consumo de sus casi 23 millones de habitantes. ¿Y esto cómo nos afecta?
Radiografía de una crisis
En la Ciudad de México, cada zona territorial recibe agua de diferentes fuentes. De acuerdo con el Sistema de Aguas de la CDMX (SACMEX), actualmente, el 50% del agua en la ciudad proviene de pozos, 18% del sistema Cutzamala, 17% del sistema Lerma, 6% de Chalmita, 4% de Chiconautla, 3% de manantiales y 2% de La Caldera.
Esto ocasiona que la calidad del agua no sea la misma en Xochimilco, en Gustavo A. Madero o en Coyoacán. También es una de las causas de que las alcaldías Tlalpan, Iztapalapa y Venustiano Carranza padezcan la escasez de agua más que otras.
“Dicha situación ha llevado a la ciudad a depender más de fuentes subterráneas, que su calidad es absolutamente diferente a la calidad de agua de fuentes superficiales. Esto podría suponer en principio un aumento del nivel de sales que causan formación de sarro en mayor proporción que el que se generaba con mayor caudal de aguas superficiales”, explica Leandro Barrionuevo.
Añade que al buscar fuentes alternativas de agua se buscarán pozos más profundos, donde el agua tiene un mayor contenido de sales como carbonato de calcio y magnesio, incluso de otros contaminantes contenidos en el subsuelo que pueden llegar a provocar, en el menor de los casos mayor formación de sarro en tuberías y llaves de agua e incluso problemas dermatológicos o de salud en caso de que se ingiera esta agua directo de la llave.
“El problema no se soluciona con agua embotellada para consumo humano, sólo se agrava debido al impacto medioambiental que se genera por la producción de plástico. Sabemos que en promedio producir una botella de agua de 500 ml generalmente implica el uso de alrededor de 1.4 a 3 litros de agua total, es decir la crisis hídrica, sistemáticamente se agrava con el consumo de agua envasada”, añade Lucas Barrionuevo, cofundador de Pura.
Explica que la crisis hídrica es multifactorial. Se debe primordialmente a la combinación de sequías prolongadas, escasas lluvias, menores tasas de recuperación de los cuerpos de agua y también la concientización sobre el uso eficiente tanto en las personas como en los negocios, comercios e industrias de todo tipo.
En ese sentido, la Red de Investigación del Agua de la UAM (AgUAM) reporta que cerca del 35% del agua de la CDMX se desperdicia por fugas debido a la fractura de las tuberías por hundimientos.
Volver a confiar en el agua
Si los hábitos de consumo de los habitantes de la ciudad no cambian, el Día Cero en términos de calidad de agua podría convertirse en una realidad.
“Para producir un garrafón de 20 litros de agua se requieren hasta 60 litros del vital líquido, lo que significa un desperdicio enorme. En contraste, un purificador puede proporcionar agua potable directamente de la llave, reduciendo el gasto desmedido y asegurando agua de excelente calidad para consumo humano”, añade Lucas.
AM.MX/fm