CIUDAD DE MÉXICO, 7 de enero, (EDT).— Mi hijo menor cumplió 12 años el pasado septiembre del 2018 y aunque ya todo el mundo le había dicho que los Reyes Magos eran los padres, él no lo comentaba con la esperanza de que yo continuara dándole el ansiado regalo de Día de Reyes. Y como mi hija mayor me guardaba el secreto, siguió recibiendo regalos hasta los 17 años.
Y finalmente, este 6 de enero de 2019 fue mi última noche como Reina Maga. Mi casa es una de los 2 de cada 7 hogares que lidera una mujer en México, de tal manera que a los largo de estos años he tenido, no sólo que solventar el gasto de los regalos de Día de Reyes sino también he tenido que aventarme sola todo el show.
Para mí el 6 de enero siempre se ha tratado de un juego entre padres e hijos que va más allá de comprar todos los juguetes que tu hijo enliste en la famosa carta, que unos años se coloca en el árbol de Navidad y otros se pone en el zapato y otros se envía en un globo o se manda por correo. Aunque nunca han faltado las personas que me juzgaban por supuestamente mentirle a mis hijos y crearles una ilusión que más tarde les rompería el corazón, yo siempre seguí adelante llevando la fantasía a otro nivel.
Cada año, la reina Maga conseguía lo que sus hijos querían o se encargaba de convencerlos de pedir algo que les iba a divertir o a servir o a gustar más o simplemente algo para lo que sí me iba a alcanzar. Una vez que tenía todo lo que según yo los iba a hacer felices, redactaba una carta con acertijos y pistas para que los niños encontraran los juguetes que estaban escondidos por toda la casa. ¡Era el famoso mapa para encontrar regalos!
El juego de Día de Reyes se volvía más alucinante una vez que la Reina Maga se las ingeniaba para marcar con arena la huella de un elefante justo en la puerta de la entrada del departamento y luego beberse los tres vasos de leche y comerse las galletas que los niños dejaban en la mesa de centro de la sala.
A lo largo de los años, simplemente perfeccioné el arte de esconder los juguetes en los lugares más insospechados a prueba de niños curiosos, el arte de moverse lentamente en el silencio de la noche y, desde luego, el arte de empeñar, trabajar horas extra y ahorrar a lo largo del año para esta fecha.
Simplemente este 2019, el gasto promedio que hacen los Reyes Magos para la compra de los juguetes que piden los pequeños en sus cartas es de mil 475 pesos por niño, de acuerdo con la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño (Canacope).
La realidad es que los padres hacen grandes sacrificios para mantener esta tradición, este juego entre padres y niños. ¿Estará bien o mal? Puede considerarse un día producto solamente del capitalismo, pero yo lo considero un día en el que les hice creer a mis hijos en la magia y la verdad es que vivimos en un mundo en el que cada vez es más difícil creer y soñar.
Finalmente, llegó el momento de hablar con mi hijo y decirle la temible verdad y una vez que se la dije y aunque él ya lo sabía también me hizo la pregunta más temida por los padres: ¿por qué me mentiste? Entonces le expliqué simple y sencillamente lo que les he comentado: se trata de un juego entre padres e hijos en el que tan solo por un día pude convertirme en ese ser mágico que era capaz de cumplir tus sueños y conseguir ese regalo que pensabas que tu mamá no era capaz de comprar y que no te atrevías a pedir.
Este último Día de Reyes, la Reina Maga recibió dos cartas, en las que había varias líneas con algunas faltas de ortografía, que trataban de encontrar las palabras para agradecer tanto amor, tanto esfuerzo y tantos años de magia, de regalos escondidos y de tantas huellas de elefantes y de camellos.
“Querida Reina Maga:
Estos años han sido la prueba de que eres una mujer excelente e independiente. Creo que cuando leas esto, estaré dormido y no podré decírtelo, pero te amo”.
“En el mundo hay muchos niños que por varias razones no podían recibir este tipo de regalos y yo fui una de esas niñas afortunadas que sí pudo, en verdad agradezco todo el esfuerzo que sé que tuviste que hacer para que yo, cada 6 de enero, pudiera despertarme y encontrar “mágicamente” aquel regalo que yo pensaba en ese momento que tú no podías comprar”.
Una noche al año los padres tenemos la oportunidad de regresar a la infancia y creer en la magia y convertirnos en Reyes Magos que cumplen los deseos de las personas más increíbles del mundo.
Y esta es decisión de cada uno.
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EDT/TIV