Francisco Medina
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de mayo (AlmomentoMX).- La madrugada del 17 de noviembre de 1901, la policía recibió el reporte que en la calle La Paz, en pleno centro de la Ciudad de México, se llevaba a cabo una fiesta de manera clandestina. Al irrumpir en el lugar los policías encontraron a 42 hombres bailando entre sí, 21 de ellos, vestidos de mujer. Esto ocasionó un verdadero escándalo para la época. La mayoría de ellos pertenecían a familias aristocráticas.
Los policías los llevaron a la delegación, sin embargo, en el código penal de la época no existía ningún delito por el cual consignarlos, a pesar de ello, las autoridades consideraron pertinente hacerlo debido a que “ofendían a la moral y las buenas costumbres” y eso ameritaba una lección.
Al día siguiente, debieron cumplir una de sus condenas en público, su castigo fue barrer las calles de la ciudad vestidos de mujer, tal como los habían encontrado.
No existe ninguna documentación del proceso legal gracias a que la mayoría de los integrantes del baile pertenecían a familias “ilustres”, motivo por el cual, los escasos nombres que se mencionaron, probablemente, eran falsos.
El gobernador decidió expulsarlos de la ciudad de México y enviarlos a Yucatán, donde realizarían un servicio militar obligatorio, además de combatir en caso de ser necesario.
La prensa de la época, al igual que la sociedad mexicana, siguió muy detenidamente el caso. Periódicos como El Popular, El Diario del hogar, El Universal, La Patria, El hijo del Ahuizote fueron los principales en difundir todo tipo de sátiras, invenciones de conversaciones entre los integrantes del baile, burlas homófobas e ilustraciones que hacían mención al baile.
Muchos de los artículos fueron ilustrados con los grabados de José Guadalupe Posada, quien se guiaba con la información expuesta en la prensa para realizarlos. Los grabados iban acompañados de frases o versos, los cuales expresaban la homofobia, el rechazo y la burla de la cual fueron parte los 41.
Posadas recreó toda la historia, desde el baile de la madrugada del 17 de noviembre, la humillación de barrer las calles de la ciudad vestidos de mujer, hasta el embarque de los 41 a Yucatán.
Los rumores de si todos habían cumplido realmente la condena del mismo modo corrieron a través de las calles de la ciudad de México, debido a que era de dominio público que una gran mayoría de los 41 pertenecían a la aristocracia mexicana, por ello se debía mantener la discreción en todo momento.
El alboroto suscitó un gran descontento entre las autoridades, por ese motivo, a través de los periódicos, se mandaron diversos comunicados cuyo contenido expresaba que todos los hombres que fueron encontrados en el baile estaban cumpliendo su condena en Yucatán, sin distinción de apellidos.
Los rumores fueron tan álgidos que, con el integrante número 42, se argumentó que era el yerno de Porfirio Díaz a quien la policía había encontrado travestido, razón por la cual, sólo se mencionó que eran 41 asistentes, pero los cálculos no resultan del todo claros, si era un baile de parejas y la mitad se encontraba travestido de mujer ¿con quién bailó el número 41?
De acuerdo con la nota del periódico El Hijo del Ahuizote, fue celebrado por “La aristocracia de Sodoma”, en la octava demarcación de la capital mexicana; para ser más específicos, en la casa marcada con el número 4 de la calle Paz. De acuerdo a la noticia de El Popular, a esta reunión acudieron sujetos:
[…] que estaban vestidos con ropas de mujer, pretendieron huir para quitarse los vestidos del sexo contrario al suyo; pero al darse cuenta la policía que se trataba de algo grave, no dejó salir a ninguno de los 42, aún los vestidos de mujeres fueron llevados a la Comisaría respectiva, de donde pasaron a la cárcel de Belén, por ataque a la moral a disposición del Gobernador del Distrito […] No daremos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo asquerosos.
A partir de este evento, el tema de la homosexualidad comenzó a oírse con más fuerza dentro de la sociedad mexicana; el descubrimiento del travestismo de los hombres, quizá, fue el evento más comentado de los primeros años del siglo XX, en el centro de México.
El número 41 en el imaginario social mexicano se convirtió en símbolo de rechazo, puesto que era una referencia directa a la homosexualidad en consecuencia, como escribió el historiador y cronista de la Revolución mexicana, Francisco Uriquizo, “En México el número 41 no tiene ninguna validez y es ofensivo para los mexicanos. […] La influencia de esa tradición es tal que hasta en lo oficial se pasa por alto el número 41. No hay en el ejército División, Regimiento o Batallón que lleve el número 41. Llegan hasta el 40 y de allí se saltan hasta el 42. No hay nómina que tenga renglón 41. No hay en las nomenclaturas municipales casas que ostentes el número 41. Nadie cumple 41 años. […]” (Citado en “Prólogo” en Los cuarenta y uno; estudio crítico-social, UNAM, 2013, pág. 21) Sin embargo, esta situación se ha ido diluyendo con el paso del tiempo.
Los 41 convertidos en novela
Cinco años después del escándalo, se escribe la novela Los cuarenta y uno: novela crítico-social, no obstante, sea la única novela cuyo tema principal fue un acontecimiento histórico importante, tuvo una escasa repercusión en la crítica literaria mexicana.
Según el crítico Robert Mckee, el autor de la novela, firmado con el pseudónimo Eduardo A. Castrejón, podría haber sido el general Mariano Ruiz Montañez, quien fue un militar y simpatizante del porfirismo. Este personaje, además de dedicarse a la política mexicana, se consagró a la Historia y la poesía; elaboró diversos manuscritos históricos como: Leyenda de Michoacán (1914), Leyenda histórica de los estados de Michoacán, Jalisco y Nayarit (1927), el porqué de su interés en el asunto de los 41, al grado de convertir en novela el escándalo del baile, se desconoce.
El libro cuenta con ilustraciones de José Guadalupe Posadas, un prólogo escrito por Carlos Monsiváis y la coordinación y el estudio crítico por Robert McKee Irwin. Fue editado por vez primera bajo el sello editorial de la UNAM. Una novela inédita. Cabe señalar que en cada línea de la novela, el autor expresa su rechazo a la homosexualidad y el travestismo, condene este aberrante acto, mas, a pesar de ello, es extremadamente minucioso al describir la manera y los accesorios que portaba cada individuo que asistió al baile, tanto hombre vestido de hombre, cuanto hombre vestido de mujer.
A todos ellos, les creo una historia previa al baile donde, en algunas de éstas, se puede encontrar a las esposas, los hijos, la familia. Los nombres que el autor asignó el nombre de los personajes principales con un sentido irónico. Los anfitriones de la fiesta son: Mimi (siempre en cursivas) y Ninón, éste último es quien se encarga de satisfacer todas las excentricidades de Mimí, por esa razón, decide apoyarla para realizar el baile.
El libro recrea todos los episodios desde los preparativos del baile, la selección de los invitados, el descubrimiento de la policía hasta su deportación a Yucatán. La lección del libro es que toda inmoralidad debe ser castigada, sin excepción, aunque cabe destacar que más de 14 capítulos están dedicados a los detalles minuciosos de las relaciones homosexuales.
Los demás capítulos narran la “reformación” de algunos de los protagonistas, al decidir dejar el travestismo y demás placeres “aberrantes” para cumplir con su rol en la sociedad: ser hombres de familia, esposos y padres.