Desde hace 20 años, José Alberto Gutiérrez conduce un camión de basura por las calles de Bogotá, en donde además de desechos, ha recogido miles de libros, los cuales reunió para crear una fantástica biblioteca.
“El señor de los libros”, como es conocido en Colombia, es robusto, canoso y de hablar pausado. Hace un cuarto de siglo se unió a una empresa de aseo y en 1997 tuvo un hallazgo que cambió su vida.
“Me di cuenta de que botaban los libros a la basura y comencé a rescatarlos”, dijo en entrevista para la agencia AFP.
El primer libro que rescató fue un ejemplar de Ana Karenina de León Tolstoi, que encontró en una caja con docenas de textos. De a poco empezó a llevar novelas, cuentos, poesía y escritos educativos a su casa, en una loma del barrio obrero Nueva Gloria, en el sur de la ciudad.
Con el tiempo, José Alberto Gutiérrez se fue “llenando” de ejemplares de El principito, El mundo de Sofía, La Ilíada y obras de Gabriel García Márquez, por lo que sus vecinos empezaron a visitar su casa buscando textos para que sus hijos pudieran hacer las tareas.
En 2000, junto a su esposa Luz Mery Gutiérrez y sus tres hijos abrió, en los 90 metros cuadrados del primer piso de su casa, una biblioteca gratuita que bautizaron como ‘La fuerza de las palabras’.
En principio era atendida por los Gutiérrez, pero con el éxito de la iniciativa, se unieron voluntarios locales y extranjeros. “Creo que somos la única biblioteca del mundo donde vienen a pedir un libro prestado y se lo regalamos”, señaló.
Como muchos ejemplares hallados en la basura estaban en mal estado, su esposa, dedicada a la confección, creó un ‘hospital de letras’, en donde ella los restaura.
‘La fuerza de las palabras’ comenzó a hacerse conocida en el continente y a José Alberto lo invitaron a las ferias del libro de Santiago, Monterrey y Bogotá. Además, comenzó a recibir cientos de donaciones.
“Tenemos una maldición bonita: entre más libros regalamos más libros nos llegan”, dijo.
La residencia de los Gutiérrez comenzó a llenarse de libros, por lo que las sesiones que organizaban para que los niños fueran a leer tuvieron que suspenderse por falta de espacio. Y la biblioteca, que actualmente tiene unas 25 mil obras, solo abre cuando suena el timbre.
Por lo que decidieron empezar a recorrer Colombia regalando ejemplares en zonas deprimidas o alejadas. Maestros de escuelas públicas los llaman para pedirles ayuda. Así, han llegado a 235 puntos del país.
El amor de José Alberto por la lectura vino por su madre, quien le leía todas las noches las historietas del superhéroe Kalimán. Y desde ahí se enamoró de la lectura, pese a que solo estudió hasta segundo de primaria.
Su historia y labor también aterrizaron en una de las 26 zonas donde se agrupan las FARC, luego de que un guerrillero lo contactó y le pidió que enviara libros a los combatientes, que se preparan para volver a la legalidad.
“A mí me transformaron los libros, entonces yo pienso que los libros en estos sitios es el símbolo de la esperanza, es el símbolo de la paz”, dijo a AFP.