Ciudad de México.- La XI Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios de la Ciudad de México concluyó este domingo 24 de agosto tras transformar durante 17 días al Zócalo en un epicentro de identidad y diálogo intercultural. Organizado por la Secretaría de Cultura local y la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes, el encuentro registró más de 1.4 millones de visitantes, consolidándose como uno de los eventos comunitarios más relevantes del calendario cultural capitalino.
Un cierre colmado de música y tradición que celebró la diversidad cultural
La jornada final estuvo marcada por una vibrante calenda que partió del Hemiciclo a Juárez con 15 bandas oaxaqueñas y contingentes de comunidades originarias. El recorrido culminó en la plaza mayor con la imponente presentación de la Banda Monumental Oaxaqueña, integrada por más de 300 músicos, seguida del concierto del grupo Yolotecuani, que llenaron de ritmo y memoria colectiva el centro político y simbólico del país.
🌎✨ El Zócalo se transformó en un gran epicentro de culturas vivas con la XI Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios. Durante 17 días, más de 1.4 millones de personas se encontraron con tradiciones, lenguas y saberes que llenaron de vida el corazón de la… pic.twitter.com/5abszkofl5
— Secretaría de Cultura de la Ciudad de México (@CulturaCiudadMx) August 25, 2025
Programación diversa y viva que ofreció un sinfín de actividades para el público
Durante esta edición se realizaron más de 80 presentaciones artísticas en el escenario principal, acompañadas por talleres de cerámica, pasarelas de vestimenta tradicional, conversatorios sobre prácticas autosustentables, proyecciones, actividades literarias y ponencias sobre cosmovisión en el Círculo de Saberes. También se presentó la plaqueta “Desde el Mictlalpan”, pieza que aportó un matiz reflexivo dentro del mosaico festivo.
Un Zócalo que trasciende su función habitual para convertirse en un mercado de saberes ancestrales
La plancha del Centro Histórico funcionó como un gran mercado vivo, donde más de mil artesanas y artesanos compartieron textiles, gastronomía, herbolaria, medicina tradicional y diversas piezas de arte popular. Ese intercambio directo permitió al público acercarse a conocimientos comunitarios que permanecen en resistencia cotidiana. La fiesta recordó que en la capital perviven y dialogan lenguas, tradiciones y expresiones artísticas que son parte estructural de la transformación social, reafirmando el compromiso de la Ciudad de México con la pluralidad cultural.
EDT.MX/JC