Por Lizbeth Woolf
CIUDAD DE MÉXICO.- Hoy vamos a hablar del documental de Netflix Eldorado que hecha luz sobre la persecución que sufrió el colectivo LGBTQ+ bajo el mandato de Hitler
De acuerdo con la Revista Rolling Stone y el portal Interferencia, Eldorado, el animado local nocturno donde todo vale que da nombre al nuevo documental de Netflix, fue un refugio LGBTQ durante la República de Weimar en Alemania, popular entre la población trans de Berlín y cualquier otra persona a la que le gustara soltarse el pelo en público. También fue, como dice el subtítulo de la película, Todo lo que odian los nazis. Lo que no impidió que el fornido confidente de Hitler y jefe del ala paramilitar nazi de las SA, Ernst Röhm, un hombre gay no terriblemente metido en el clóset, frecuentara el establecimiento.
Como explica la película, las SA tenían un fuerte elemento homoerótico, un disgusto por las mujeres y la feminidad que de alguna manera usaban para justificar la homosexualidad, al menos durante un tiempo. En cierto punto, la amistad de Röhm con Hitler no podía llegar mucho más lejos dentro de un régimen nazi cada vez más empeñado en erradicar la homosexualidad.
Röhm es sólo uno de los personajes en este documental conciso y hábilmente contado, que se apoya en Eldorado como plataforma de lanzamiento hacia una historia más amplia sobre ser gay en la Alemania nazi. Es una historia de noches salvajes, relaciones prohibidas y, eventualmente, horribles consecuencias, una escena decadente que lleva a una conclusión de pesadilla. Aunque nunca sale y lo grita, la película también es un recordatorio del tenor de la “solución final” que todavía acompaña a mucha retórica antigay y antitrans y, cada vez más, a las políticas.
Parte de este material ya ha sido cubierto en el documental de 2000 Párrafo 175, llamado así por la disposición del Código Penal alemán que convirtió en delito las relaciones sexuales entre hombres (y que no fue derogado hasta 1994). Y por supuesto, siempre está Cabaret. Pero los directores Benjamin Cantu y Matt Lambert todavía encuentran muchas maneras de hacer que Eldorado se vea fresco.
Las recreaciones están sorprendentemente iluminadas y actuadas, dando vida a aquella escena y realzando la especificidad del tiempo y el lugar. Los expertos están bien elegidos, la investigación siempre es relevante y el material de archivo de las opresiones del Tercer Reich es abundante (los nazis eran prolíficos cronistas de sí mismos). Pero la película tiene su mayor impacto a través de las historias individuales entretejidas, los conflictos internos, las pasiones compartidas, las vidas destruidas.
Algunos de los personajes principales son bien conocidos. Gottfried von Cramm era el orgullo del tenis alemán: guapo, rubio y de ojos azules, y el jugador número 1 del mundo en 1937. También era un espíritu bohemio que tenía una relación homosexual apasionada con Manasse Herbst, un actor gallego y judío que huyó de Alemania en 1936. El Reich estaba dispuesto a mirar hacia otro lado mientras Cramm interpretara al buen ario y siguiera ganando. Pero cuando perdió ante el estadounidense Don Budge en Wimbledon, en 1937, y denunció la persecución cada vez más agresiva del pueblo judío por parte del régimen nazi, se lo consideró prescindible. Gottfried fue arrestado y encarcelado por violar el párrafo 175 y luchó para que su “crimen” fuera borrado de su registro después de la guerra.
Otros son menos famosos. Charlotte Charlaque y Toni Ebel eran habitués de Eldorado y pioneras trans, y ambas se sometieron a una cirugía completa en el Institut für Sexualwissenschaft de Magnus Hirschfeld. Hirschfeld, un sexólogo innovador, tanto gay como judío y, por lo tanto, un objetivo principal de la Alemania nazi, afortunadamente no estuvo presente cuando su instituto fue saqueado por jóvenes nazis (aquí, nuevamente, hay fotos). Uno de los primeros defensores de los derechos LGBTQ, se vio obligado a exiliarse en Francia, donde murió en 1935.
Eldorado es uno de esos documentales que dan textura y contexto, rostros y voces, a una época y unas circunstancias bien narradas. Lo hace con estilo, sensibilidad y respeto por la historia que examina. Aquí vivimos la decadencia que prosperaba antes de la caída, en un escondite de aquellos cuyas diferencias pronto los marcarían para la prisión, el exilio o, en muchos casos, la muerte (se estima que entre 5.000 y 15.000 homosexuales murieron en los campos de concentración por violar el Párrafo 175). No podemos cambiar el odio de entonces. Pero hoy sigue siendo esencial tomar nota y tratar de detener una nueva invasión.
Uno de las muchos elementos desconcertantes de Cabaret (Bob Fosse, 1972) es el carácter ambiguo y serpenteante del maestro de ceremonias del berlinés Kit Kat Club, un cantante y animador andrógino (interpretado por Joel Grey), quien ironiza en sus canciones y discursos sobre los eventos políticos de la Alemania de 1931… moviéndose con ellos.
Mientras un grupo de adolescentes y adultos le dan la bienvenida al tercer Reich en una taberna rural, al son de Tomorrow belongs to me, el andrógino maestro de ceremonias sonríe malévolamente a la cámara como si estuviéramos contemplando su obra. Como si él y Hitler fueran lo mismo, o como si Hitler no hubiera sido más que el maestro de ceremonias y encantador de serpientes de un enorme cabaret llamado Alemania.
El documental Eldorado – todo lo que odian los nazis, se sitúa en la misma ciudad y en el mismo periodo de Cabaret, y realiza un ejercicio semejante al retratar el club Eldorado –cuyo eslogan era “Aquí es correcto” (lo que en otras partes no)– como un micromundo que contiene un mundo más grande. Mucho más grande.
Veamos, uno de los historiadores citados en esta pieza cuenta que en el Berlín entre 1919 y 1933 hubo entre 80 y 120 clubes abiertos a la que hoy se conoce como comunidad LGTBIQ+. Es decir, Eldorado era uno de ellos… pero no uno cualquiera.
En él concurrían y convivían individuos tan singulares como Clarlotte Charnaque, la primera persona en someterse a una cirugía de cambio de sexo; el afamado tenista Gottfried von Cramm y su esposa Lisa von Donebeck, una pareja de aristócratas libertinos; el sexólogo Magnus Hirschfeld, pionero en la investigación científica sobre homosexualidad y transexualidad; y nada menos que Ernst Röhm, brazo derecho de Hitler y líder de las temidas fuerzas de choque de los nazis Sturmabteilung (SA), homosexual e indiscreto al respecto en virtud de su poder.
Las recreaciones alegres y dinámicas de los espectáculos de Eldorado son el caldo del que van y vienen las presentaciones de cada uno de los personajes, cuyas trayectorias paralelas dan cuenta del destino que tuvo esta comunidad cuando los nazis llegaron, mandaron y finalmente se fueron.
Es destacable que el documental rehúya al lenguaje moralizante con que se suele caracterizar a ese tiempo y lugar –con palabrejas como “desenfreno” o “decadencia”– y que en la práctica justifican lo que hicieron los nazis con esos espacios, y lo que se perpetuó después. Por el contrario, acá se habla desde la perspectiva de la comunidad queer y de lo que esto significó para ellos: una belle epoque intensa y efímera, con espacios y derechos que costó décadas recuperar. Y si es que.
Tanto las presentaciones de los personajes como sus seguimientos son realizados con densidad y precisión, cuidándose –con recreaciones sin diálogos y material de archivo– de distinguir claramente una historia de las demás. El ritmo acelerado de estos relatos entrecruzados se complementa con las intervenciones de historiadores, historiadores de la cultura, artistas y personas trans, quienes aportan a la vez perspectiva y algo de pausa a un conjunto vertiginoso en ritmo y muy apretado en contenido. El que gente menos competente habría separado en varios episodios sin una necesidad real.
Entre esa avalancha de información diligentemente ordenada y pertinentemente comentada hay, ciertamente, espacio para la emoción. Pero esta empieza a aflorar de a poco. Tras largos minutos de jolgorio y florecimiento de las personas y sus historias, los nazis finalmente llegan al poder, y la amenaza que alguna vez fue escondida bajo el sonido de los bronces y los bailes se dejó caer como una guillotina que cortó esta película en dos.
En efecto, a pocas semana del fatídico enero de 1933 Eldorado cerró sus puertas para siempre, dejando a sus parroquianos y a sus historias en una orfandad que el documental captura particularmente bien. Para ello se vale de la historia de otro personaje, Walter Arnen, quien actualmente vive en California, y cuya juventud vienesa estuvo marcada por una historia de amor por un joven húngaro a quien llamaba Lumpi, judío como él.
Si la primera mitad consistió en nuestros personajes nadando como peces en la pecera de Eldorado, la segunda mitad los convierte en objeto de una debacle y de una diáspora que se narra desde lo personal y desde lo público.
El documental es sumamente prolijo en hilvanar las consecuencias públicas del gobierno nazi, la pérdida de espacios y de sus derechos más básicos, con las consecuencias privadas de la proscripción, donde probablemente esté el punto más alto de todo el conjunto.
Separaciones definitivas, desgarros de diverso tipo, caídas en desgracia de personajes protegidos por el régimen (como Röhm y von Cramm), abandonos silentes y manchados por la mala conciencia y sobre todo, una tristeza que parece infinita e imborrable, incluso cuando la pesadilla súbitamente terminó dejando a los sobrevivientes en una aparente libertad rodeada de ruinas.
Y sí, aparente, porque el documental además revela que la legislación nazi respecto de la comunidad LGBTIQ+ no cambió sustantivamente en ninguna de las dos variantes de Alemania que se configuraron en la posguerra lo que vuelve aún todo más desolador.
Uno de los historiadores consultados concluye que la comunidad que se movió en torno a Eldorado y los demás clubes afines en Berlín simplemente desapareció, y que no hay ninguna continuidad entre esa comunidad y la pujante escena queer que se está desarrollando en la capital alemana.
Más allá de su interés histórico, su pericia narrativa y su contundente dosis de drama y finalmente de tragedia, este documental se ajusta como un guante a la oleada ultraderechista actual y a lo frágiles que se sienten los escasos derechos conquistados por las disidencias sexuales.
En esa reflexión, Eldorado se despide con las fotografías policiacas a color de algunos detenidos por los nazis por pertenecer a esta comunidad, como las últimas huellas de quienes fueron, efectivamente, tragados por la historia.
AM.MX/fm