CIUDAD DE MÉXICO / SemMéxico.- “Sentarme en el piso lo asocio con este lugar, este piso me gusta”, dice Sofía Altagracia, una joven trans que trabaja como maquillista y viste unas medias de red color verde neón con piedras brillosas. Todos los viernes, sábados y domingos por la tarde repite la rutina: Llega al Jardín Pushkin, en el centro de la capital mexicana, y vende maquillaje, ropa y accesorios en un bazar creado y organizado por mujeres trans.
Este espacio, donde comenzó a vender en 2021, surgió en un esfuerzo por mitigar los problemas económicos de la comunidad trans femenina luego de la pandemia de coronavirus. Hoy, se ha convertido en un lugar seguro para mujeres trans de
distintas edades y orígenes, que encuentran solidaridad entre quienes, como ellas,
han experimentado distintas violencias por motivo de su identidad.
“Somos chicas contra las cuerdas, provincianas, migrantes e inclusive una
compañera con discapacidad, chicas que han estado presas”, dice Laura Glover, una activista y “puta de calle” —como se nombra a sí misma— de cabello largo y rojo que está detrás de la cooperativa Mariposas Negras, que organiza este tianguis.
Para ella y las 15 integrantes del grupo, el bazar representa un logro histórico: la
oportunidad de hacer suyo un espacio público donde puedan vivir y reconocerse sin ser juzgadas. “[Me da] tranquilidad estar con chicas trans porque sabes que nadie te va a aventar ninguna burla. Me siento segura”, reconoce Altagracia. “El hecho de venir aquí, ponernos todas, implica cierta comunidad. Siempre que estoy con chicas trans me siento más libre porque, en un principio, todas son como tú”.
Las mujeres trans son las más propensas a ser rechazadas en los trabajos, a ser
violentadas y recibir tratos desiguales en los espacios laborales, según datos
gubernamentales. Además, México ocupa el segundo lugar mundial en número de
asesinatos de personas trans, de acuerdo con el proyecto de investigación “Trans
Murder Monitoring”, de Transgender Europe, una red de organizaciones que busca
una vida libre de discriminación para las personas trans y sus familias.
En este contexto, hacer comunidad permite a las Mariposas Negras un respiro del
entorno social, generalmente hostil hacia ellas por motivo de su identidad y de su
labor. Como Glover, otras integrantes de la colectiva se dedican al trabajo sexual, una actividad que pese a ser legal en México, no está exenta de abusos.
Según los resultados de la Segunda Encuesta de Trabajo Sexual, Derechos y no
Discriminación, de 2021, realizada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la
Discriminación de la Ciudad de México, 79 por ciento de las personas que ejercen el trabajo sexual han sufrido algún tipo de violencia o discriminación por parte de la policía, mientras que 77 por ciento de las mujeres trans han sido violentadas o discriminadas al ejercer el trabajo sexual en la calle. La Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina no respondió a la solicitud de comentarios para este artículo.
En el tianguis, todas conviven y comen juntas. Se sienten seguras y en familia. Tanto, que se han organizado para cubrir los gastos de una casa en la zona metropolitana de la Ciudad de México, perteneciente a una de sus integrantes, para ofrecer asilo a mujeres trans en necesidad.
Así, dan fuerza colectiva a un espacio que las sostiene y que reconoce su identidad. “Creamos nuestro mundo propio. Entonces, por lo menos en este pequeño ecosistema, en esto que estamos creando, estamos aliviando un montón que allá afuera jamás vamos a ser reconocidas [como] mujeres y aquí sí”, finaliza Glover. Mar García es una reportera de Global Press Journal establecida en la Ciudad de México.
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Esta historia fue publicada originalmente por Global Press Journal.
AM.MX/fm