MADRID, ESPAÑA.- “Olvidad mi vida, abrid mis libros”, exclamaba Milan Kundera (Brno, 1929-París, 2023), uno de los novelistas más influyentes del siglo pasado, cada vez que se intentaba profundizar sobre su biografía. El interés que ha suscitado la vida del checo por parte de sus lectores y los medios no sorprende. Al fin y al cabo, sufrió en sus propias carnes las consecuencias de algunos de los eventos que marcaron el devenir de Europa durante el siglo pasado.
De acuerdo con el diario El Español, de alguna forma, se ganó el desprecio y las suspicacias de los poderes dominantes de su país antes y después de la caída del muro de Berlín y, al mismo tiempo, se resistió con todas sus fuerzas a ser utilizado como símbolo o arma arrojadiza por parte de las fuerzas occidentales. En un contexto cultural polarizado en el que no posicionarse claramente significaba ser enemigo de ambas partes, los matices y las complejidades en las que Kundera quiso ahondar en su obra le supusieron desavenencias con todo tipo de personalidades.
Aún así, pese a los continuos tira y aflojas que definieron la larga vida de Kundera, que podrían haber dado lugar a varias películas, el novelista fue siempre taxativo: “En cuanto Kafka llame más la atención que Josef K., el proceso de la muerte póstuma de Kafka se habrá puesto en marcha”, decía en El arte de la novela. El autor ha de desaparecer sin dejar rastro más allá de su obra, que es donde radica todo su pensamiento, toda su realidad.
Por esa misma razón Florence Noiville (Boulogne-Billancourt, 1961), jefa de redacción adjunta de Le Monde des Livres ha decidido asomarse a la vida del autor checo de la forma más fiel posible a esta postura. En su reciente obra Milan Kundera: Un retrato íntimo (Tusquets) recorre los pasos de Kundera exprimiendo hasta el límite sus obras, de las que extrae las palabras y pensamientos que, en gran medida, se negó a decir de viva voz.
Una larga relación con el matrimonio Kundera le avala. Junto a su marido, también checo, trabó una profunda amistad con Milan y su esposa, Věra, durante los años de exilio de la pareja en la segunda mitad de su vida.
La autora francesa no pretende separar obra de artista, cosa que considera que sería un enorme error, lejos de lo que era la voluntad de Kundera. “Su vida se infiltraba en sus páginas. Desde luego, no es ilegítimo, como crítica, observar en qué se convirtieron las circunstancias de la vida en la obra. Ver cómo Kundera reutilizó sus ladrillos originales”, afirma.
De tal forma, Noiville lleva a cabo la tarea opuesta a lo que en un primer momento hizo el autor. Si Kundera deshizo su vida en distintas piezas y las reordenó en su obra, ella realiza el camino inverso para volver a recomponer su biografía. Reconstruye, entonces, la vida del escritor a partir de los temas de sus obras, que se vuelven leit motivs.
AM.MX/fm