CIUDAD DE MÉXICO / SemMéxico.- Dentro de un enorme palacio, miles de personas han admirado el cuadro de una joven mujer desnuda. Cientos de pinceladas sirvieron para dar vida a los cojines donde descansa. El silencio que impera a su alrededor es interrumpido cuando, frente a un grupo de visitantes, se le da voz a esa mujer por primera vez en más de 100 años.
“Cómodo y elegante, ¿verdad? Eso parece, pero llevo horas sobre mi codo. El artificio del oficio”, dice Liz, quien prefiere ser llamada sólo por su nombre, dándole voz a la modelo de la pintura ‘Desnudo Barroco’ de 1920, del pintor mexicano Germán Gedovius. No se conoce el nombre de la modelo.
Durante tres días en agosto de 2022, el Museo Nacional de Arte de la Ciudad de México presentó “Obras al desnudo”, donde las modelos dieron vida y voz a las mujeres que aparecen en las obras de arte de la colección del museo.
Delante de cada obra, una modelo posaba con un leotardo color carne, representando la posición de la modelo en el cuadro. Cuando las personas visitantes se reunían frente a una obra, se reproducía una grabación que recitaba lo que las modelos actuales imaginaban que eran los pensamientos de sus predecesoras.
“Era la fantasía”, comenta Friné, modelo de arte que ayudó a idear la exhibición, y que también participó en ella. “Si una tuviera que hablarles a sus antecesoras y decirles ‘nos siguen tratando mal’, ¿qué harían? La rebelión de las modelos, cada una saldría del cuadro a hablar y quejarse”.
“Obras al desnudo” fue una creación de Movimiento de Modelos de Arte en Resistencia, un colectivo activista de modelos de arte fundado en 2022 por Friné y varias colegas.
El año pasado, el movimiento abogó con éxito por salarios justos y garantizó que los talleres de arte adoptaran un conjunto de protocolos de seguridad que el grupo elaboró. Pero tienen ambiciones más grandes: quieren que el trabajo de las modelos sea respetado y reconocido como arte.
“Somos las obreras del arte”, dice el manifiesto del movimiento. “Somos aquellas de las que las narraciones históricas, las placas de los museos no dicen nada. En cada parque, en cada fuente, en la mayoría de las pinturas, están nuestros rostros, nuestros cuerpos, nuestra sensibilidad, nuestro esfuerzo… …somos los cuerpos anónimos que invaden la ciudad”.
Sus protocolos de seguridad, o el Reglamento de Interacción con Modelos, son tan básicos como prohibir a las y los asistentes grabar o fotografiar a las modelos, o realizar comentarios acerca de su aspecto físico.
“Estás muy vista”, “Uy, te ves más delgada” o “Uy, esas piernas…” son comentarios que una modelo escucha en un día de trabajo típico, dice Friné.
“Se tiene la idea de que a la modelo se le puede tocar porque es una cosa… tiene que sufrir, si no, no vino a trabajar”, señala Friné, quien usa ese nombre en honor a la antigua cortesana griega y modelo de arte, Phryne. “El gremio de artistas se beneficia de que las modelos no estemos unidas, las instituciones se benefician porque no decimos nada cuando hay abusos.
Antes [del movimiento], yo no hubiera pensado en tener un salario justo o tener algún tipo de seguro”, dice Liz. El mero espacio en un estudio era bastante bueno, añade.
Para Viridiana López, o Viroxz, que ha modelado por más de ocho años, los sueldos deben ser dignos y corresponder con el tiempo invertido y el nivel de habilidad física de la modelo. “Queremos condiciones óptimas para desarrollar nuestro trabajo porque nuestro cuerpo está desnudo. Su espacio, donde ponemos nuestros genitales, nuestros pies, manos y caras, no debe estar sucio”.
“Yo ahora me doy a la tarea de investigar a los artistas que me contratan para saber quiénes son, conocer su trabajo y también saber cuánto cobrarle. Si la persona me quiere pagar tres pesos (17 centavos de dólar estadounidense), pues no”, comenta Viroxz.
Isabel Juárez, modelo de arte desde hace 13 años, dice que talleres de otros estados de México le han pedido al Movimiento sus reglas y protocolos para evitar el abuso.
Creo que en los espacios existe el miedo constante a romper la barrera y hacerlo distinto”, comenta Isabel. Dado que el trabajo del arte de por sí es precario, quienes realizan los talleres saben que van a llenar su taller con modelos mujeres de 20 años y prefieren hacerlo así. “Si llevan a un modelo hombre de 60 años, van a tener una tercera parte de asistencia. Es un círculo vicioso hasta que se comience a invertir en nuevas formas”.
Tras un abuso sexual en una academia de arte, Friné buscó la forma de continuar con su pasión hacia el arte de una manera segura. Así, creó un taller llamado “Morras para Morras”, en el que cada mes se realizan sesiones de dibujo con modelo donde tanto la modelo como asistentes son exclusivamente mujeres.
De acuerdo con Friné, la promoción de diferentes tipos de cuerpos también puede ser un filtro para ver qué personas asisten a los talleres. “Ya no queremos llegar a los mismos señores cochinos que van a intentar algo más con la modelo”, dice.
“Yo soy una morra gorda, morena, y me gusta”, dice Liz, quien siempre ha visto mujeres güeras y delgadas en los talleres. “¿Por qué no hay otras morras? Quisiera empezar a ser yo”.
Arteaga explica lo decepcionada que se siente cuando ve su cuerpo pintado de manera diferente en los lienzos de los participantes. “Llevo varios minutos con los brazos en esta pose, dibújamelos como son. Dibújame esto colgando porque así es mi cuerpo”, señala. “Gordo siempre ha sido sinónimo de algo que no es bello, algo perezoso. Siento que cuando me dibujan en estas poses que llevan una estética piensan ‘ay, sí, se ve bonita, pero se vería mejor si no tuviera este sobrante’”.
Tanto para Arteaga como para Friné, estas modificaciones minimizan el esfuerzo que hacen las modelos durante las sesiones. “Es algo muy común que nos hagan voluptuosas como hentai y es como ‘esa no soy yo, ese cuerpo no es mío, no estás viendo, estás exagerando y quitando otras partes’”, agrega Friné. “El cuerpo puede ser todo. Te estoy ofreciendo la potencia de mi cuerpo para que creemos juntas”, dice Friné.
AM.MX/fm