CIUDAD DE MÉXICO.— La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025 por ser la “dueña de una mirada innovadora y dotada de una extraordinaria profundidad artística”. Su lente, indicó el jurado, “ha retratado la realidad social no sólo de México sino de muchos lugares a los que ha sido invitada para trabajar”.
El jurado del premio destacó en el acta que Graciela Iturbide “ha retratado la naturaleza humana a través de fotografías cargadas de simbolismo, que crean un mundo propio: desde lo primitivo a lo contemporáneo; desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante”.
“A través de su cámara capta la vida cotidiana de México, con una mirada profunda, respetuosa y evocadora. Sus imágenes no solo muestran lo que ve, sino también lo que siente. Cada fotografía tiene una carga emocional y cultural que nos invita a mirar más allá de lo visible”.
Además, se destacó que la obra de la fotógrafa mexicana “presenta un aspecto documental que muestra, según los expertos, ‘un mundo hipnótico que parece situarse en el umbral entre la realidad más cruda y la gracia de una magia espontánea’”.
Con este galardón, el Princesa de Asturias de las Artes premia la fotografía en blanco y negro de toda la vida, también la analógica. Ambas tendencias son las que sigue utilizando esta creadora mexicana, que confiesa mantener intacta la curiosidad del primer día, desde que retrató aquel avioncito que dio pie a una de las voces de la foto documental más interesante de América Latina.
“Si una imagen tiene algo especial, es porque estoy capturando lo que me sorprende, sin pensar demasiado en ello”, aseguró Graciela Iturbide, quien siempre ha estado fascinada por la muerte, por lo místico y que considera su trabajo “una reacción ante lo inesperado”.
Graciela Iturbide comenzó sus estudios en 1969 en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, con la intención de convertirse en directora de cine. Sin embargo, las instantáneas de Manuel Álvarez Bravo, le hicieron sentirse atraída rápidamente por este arte.
Entre 1970 y 1971 se convirtió en ayudante de Álvarez Bravo, y viajó a través de Latinoamérica, en particular a Cuba y Panamá. En 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional de Indigenista de México para documentar a la población indígena del país.
Durante las décadas de los ochenta y noventa trabajó en Cuba, Alemania Oriental, India, Madagascar, Hungría, París y Estados Unidos, produciendo un importante volumen de trabajos. Individualmente, ha expuesto en diversos museos y ha recibido diversos premios tanto nacionales como internacionales.
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EDT/dsc