Por David S. Celin
Paola fue asesinada el 30 de septiembre en el cruce de Avenida Insurgentes con Puente de Alvarado. De acuerdo con los testigos, Arturo Delgadillo la abordó en la calle para solicitar sus servicios sexuales; segundos después se escucharon varios disparos.
“¡La acaban de matar! ¡Todavía está viva! ¡Paola aguanta!”, gritan sus amigas y compañeras de trabajo, quienes pudieron grabar un video sobre los hechos. Son ellas quienes someten al sujeto hasta que llegó la policía.
Delgadillo, un guardia de seguridad, fue trasladado a una agencia del Ministerio Público acusado de homicidio. Sin embargo, el juez Gilberto Cervantes Hernández lo dejó en libertad a los dos días, según por falta de pruebas, pese a que se demostró que él había disparado el arma tras la prueba de pólvora. Actualmente, sigue en las calles.
Parecido al caso de Paola, está el de Alessa, una activista a favor de los derechos de la comunidad LGBT, quien también fue hallada sin vida al interior de un cuarto de hotel, también en la Ciudad de México. Estrangulamiento, dictaminaron las autoridades, pero no se supo nada más, sólo que el asesino era un posible cliente de ella.
Así como estos casos, cada día se sabe de más asesinatos, maltratos, discriminación, actos de odio contra integrantes de la comunidad Lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI). No por nada México es considerado uno de los países más homofóbicos en América Latina.
Según informes de la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH), se han registrado mil 218 homicidios en los últimos 19 años; teniendo un mayor índice en contra de hombres homosexuales e integrantes de la comunidad trans (transgénero, transexuales y trasvestis), como en el caso de Paola o Alessa.
A decir de Alejandro Brito, director de la organización civil Letra S, del periodo 2014-2016 se registraron 202 homicidios en contra de las personas de la comunidad LGBTI.
Para activistas, es lamentable que estos crímenes sean naturalizados socialmente, pues estos casos de odio por preferencia o expresión de género en algunos caso caen en la categoría de “crímenes pasionales” y ello complica seguir una ruta adecuada de investigación para encontrar a quienes son responsables de los mismos.
Para Brito, el 63 por ciento de los casos hay impunidad, sobre todo en los casos de transfobia. Las autoridades perciben que los crímenes por homo, lesbo, bi, trans fobia son por motivos de robo o asaltos en 44.4 por ciento, crimen pasional en 18.5 por ciento, crimen de odio 15.7 por ciento y vinculados al crimen organizado en 10. 2 por ciento.
Con el objetivo de visibilizar esta problemática, se conmemora cada 17 de mayo el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia, Bifobia y Transfobia, las cuales son expresiones de odio, desprecio o ridiculización, que se producen contra las personas que ejercen una conducta no heterosexual.
En México, la Presidencia de la República decretó en 2014 este día como el “Día Nacional de la lucha contra la homofobia”, así, con todas sus letras y sin rodeos, para que se visibilicen plenamente los derechos de la diversidad sexual.
Dos años después, en 2016, el presidente Enrique Peña Nieto presentaba ante cientos de activistas ‘elegebeteros’, “un paquete de medidas de reformas constitucionales para hacer de México un paraíso gay, una democracia en la que los derechos de las poblaciones LGBT finalmente serían reconocidos a nivel nacional. México alcanzaría a Argentina o a España en materia de derechos humanos para las poblaciones LGBT”, dice Género Lozano en su columna “¿Engaño y parálisis gay?” del diario Reforma.
Sin embargo, la reforma para permitir el matrimonio igualitario en todo el país no avanzó, partidos de la derecha, incluyendo el PRI -el partido del presidente-, no apoyaron la iniciativa y fue rechazada. Activistas creen que fue por la presión ejercida por las Iglesias y el llamado Frente Nacional (Nazional para los elegebeteros) por la Familia, quienes se manifestaron en contra de la propuesta presidencial.
Hace 27 años, el 17 de mayo de 1990, la Asamblea General de Organización Mundial de la Salud (OMS) suprimió la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Desde entonces, la comunidad Lésbica Gay Bisexual Transvesti Transexual Transgénero Intersexual (LGBTTTI) celebra en todo el mundo esa fecha como el Día Mundial Contra la Homofobia, primeramente.
Como todos los días mundiales, no se trata de fechas para celebrar sino para atraer la atención hacia problemáticas específicas, en este caso se pretende sensibilizar a la sociedad sobre la existencia y la gravedad de las discriminaciones por preferencia sexual o identidad de género.
No por nada, hace unos días la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA) reveló que más de 70 Estados de la ONU criminalizan a las personas por su orientación sexual. Seis penan con la muerte las relaciones homosexuales.
“Actualmente, 72 Estados continúan criminalizando la actividad sexual entre personas del mismo sexo y en 45 de estos países la ley se aplica tanto a mujeres como a hombres”, informó Aengus Carroll, coautor de un informe divulgado la ILGA.
En lugares como Uganda, Zambia, Tanzania, India, Barbados o Guyana se prevén penas de entre 14 años de cárcel y cadena perpetua para quienes tengan relaciones homosexuales. Las leyes de otras naciones, como Libia, Argelia, Marruecos o Samoa incluyen penas de entre tres y siete años de prisión. En Irán, Arabia Saudí, Yemen y Sudán castigan de manera general con pena de muerte las relaciones entre personas del mismo sexo, mientras que en Somalia y Nigeria esto ocurre en algunas provincias.
Además, en los últimos días, Rusia entró en polémica. Primero por sus leyes contra la homosexualidad, lo cual permitió una caza contra integrantes de la diversidad. Incluso, en Chechenia se habla hasta de campos de concentración de gays.
En el caso de México, la situación no es tan grave, pero persiste el acoso, los insultos, las miradas, el odio hacia integrantes de la comunidad LGBTTTI. Esto se ve más en los estados, donde las parejas de “raritos” -como se les suele decir- no pueden caminar agarrados de la mano.
En la Ciudad de México, se ve una mayor libertad en la expresión de la sexualidad; sin embargo, no es en toda la capital, llamada por sus gobernantes como la capital de los Derechos.
¿Qué le falta a la sociedad para ser incluyente? A decir de activistas e investigadores hace falta generar contextos sociales y culturales para atender problemas y cambios estructurales, así como el reconocimiento de las identidades por parte de funcionarias y funcionarios públicos, quienes, entre otras cosas, deben brindar información como la principal vía de actuación para disminuir la violencia en la comunidad LGBTI.
Reconocen que hay avances en la Ciudad de México, pero hace falta mayor difusión sobre los derechos, como el de decidir sobre su nuestro cuerpo, tomar decisiones y que éstas deben ser respaldadas por un Estado competente, entre otros.
Para Carlos López, a la sociedad no le hace falta nada, sino que más bien le sobran los grupos anti derechos humanos, como el Frente Nacional por la Familia, pues son estos fundamentalistas religiosos quienes son responsables de los crímenes de odio, de los transfeminicidios y de que un padre corra a su hijo de la casa porque este es gay.
A través de su cuenta de Facebook, el sociólogo y activista LGBT expresó que la sociedad no necesita discursos de odio que rompen el tejido social, frenan el desarrollo social y económico, sin mencionar que destruyen familias sólo porque en la iglesia les dijeron que ser gay es pecado.
Por tal motivo, invitó a reflexionar no sobre lo que nos falta, sino sobre los sobrantes, la escoria; desecho, residuo despreciable que es la discriminación.
AM.MX/dsc