Francisco Rodríguez
Al multicitado Lord Acton se debe una vieja definición aceptada en todos lados: “El poder corrompe y el poder absoluto, corrompe absolutamente”. Tirios y troyanos la asumen como propia, nadie la comparte. El mismo Julio César, el vencedor de las Galias, lo comprobó demasiado tarde en carne propia.
Decía el emperador romano en Commentarii de bello civili, su peculiar relato de la batalla por Alejandría –donde silenció el desastroso incendio de la monumental Biblioteca legendaria, que puso en evidencia su responsabilidad en ese desgraciado suceso– una afirmación que lo retrató de cuerpo entero ante el mundo conocido.
Yo aventajo a todos en la obediencia lacayuna, soy no sólo igual o peor que cualquier ser humano, pero soy único en la crueldad para masacrar a los demás. Por eso prefiero ser la cabeza de una aldea que el segundo en Roma, afirmó. Nadie se atrevió a contradecir al augusto.
Todos callaron, hasta los grandes escritores e historiadores de la época. Flavio Josefo, Apiano, Estrabón y Cicerón. Nadie contradijo la peculiar versión. Sólo se atrevieron a transgredir la censura política a las clases senatoriales y alguno que otro patricio republicano opuesto al Imperio que consideraba a Julio César como un tirano.
Así, la amenaza de aniquilar lo construido, se volvió un prolegómeno de la destrucción de los imperios. En nuestros días, aunque nadie tiene el poder del emperador romano, todos los diletantes de la política afirman que prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. Hasta ahí, bien.
Aquí, la cabeza separada del cuerpo del ratón
Pero, malas nuevas, ¿qué pasa cuando sólo se es cabeza, pero hasta el ratón ha salido despavorido, presa del miedo o de la angustia de esconder sus huesos amenazados de convertirse en cenizas? El ratón no está, y la cabeza queda ahí, pero sin nadie sobre quien descargar sus ambiciones.
Oportuna alegoría para lo que está sucediendo hoy en México. La cabeza, separada del cuerpo del ratón multicitado gira desesperada buscando a quién dirigirse, y sólo encuentra mutis y evasivas, hasta se esconden aquéllos que ya se fueron por el queso y temen haberse propasado, por interpretar a su modo las amenazas de la cabeza giratoria.
Empresarios amenazados y no invertirán un solo peso
La ambición se convierte en un imposible cuando ya no hay nadie sobre quien mandar. Así la cabeza se reúna mil veces con los empresarios e inversionistas, éstos salvarán su cuello aparentando que oyen las promesas de protegerlos antes que a nadie y ofrecerles la rendición de los exabruptos…
… pero ellos resistirán en su abulia para invertir un solo peso, ante la desconfianza provocada por las dagas fiscales que los convierten en delincuentes organizados, por las revisiones ocurrentes que los someten a la sospecha permanente y al riesgo concomitante, por la falta de garantías efectivas a su responsabilidad civil.
Sólo les queda apostar a que, con los saldos en bodega, puedan resistir el temporal otros cinco años, nadar de muertito en la inercia heredada, sortear los embates… y esperar pacientemente a que llegue otro que sea cabeza de ratón, con la condición de que el roedor siquiera exista. Hasta otra ocasión sexenal, tienen con qué.
Para milicia y burocracia es mejor pasar inadvertidos
En el nicho militar no es diferente. La desconfianza acompaña el temor entre las Fuerzas Armadas que se sienten como los perros de rancho: los amarran cuando hay fiesta y los sueltan como jauría cuando el zafarrancho no tiene otro remedio que el sacrificio, mal pagado y escarnecido. Esa es la situación en la crisis. No se define ni se augura nada bueno.
En el campo de las veleidades burocráticas, todo mundo quiere salvar el pellejo. A nadie le gusta recibir todos los días la reconvención rutinaria de que están haciendo las cosas mal, y si no se alinean al ritmo y al rumbo de la cabeza, cualquiera puede ser sustituible… y sancionable ejemplarmente.
Pero, preguntan todos, en secreto, si las cosas están mal y van a estar peor, ¿cuál es el rumbo? Cierto. Si no saben adónde van, ¿cuál es el ritmo? Es mejor pasar inadvertido, antes de que la espada de Damocles caiga sobre sus cabezas, hasta que el cuerpo aguante. No va a ser mucho, pero es mejor hacerse el desentendido, argumentan. Vale más el pellejo que el gato.
Pillos del pasado convierten a jueces en prevaricadores
Entre los grandes delincuentes del pasado inmediato, se recurre mil veces al amparo, para prever cualquier orden de aprehensión, sin saber que la protección de ese tipo de justicia no alcanza, y cuando se trata de evadir la comisión de delitos graves, como los que han cometido, convierten a los jueces en prevaricadores, cómplices de sus ilícitos.
Cuando son peinados, la solución es de supuesta inteligencia financiera: congelar sus cuentas, para poco más tarde volverlas a descongelar. Denunciarlos por delitos menores, para irremediablemente soltarlos o encaramarles nuevos ilícitos que ya han sido juzgados. Triquiñuelas del oficio judicial y administrativo.
Contrabando de ganado equiparable a la leche de Chernobyl
En el campo: los apoyos federales y la producción paralizada. Ahora los ganaderos tendrán que cargar con miles de reses enfermas, importadas, tal vez para darlas como créditos a la palabra, o peor, introducir la carne a un mercado negro que va a traer miles de padecimientos mortales por la vía de la alimentación. Los demás, a punto de la hambruna.
El único antecedente de esta barbarie fue la importación de leche en polvo con residuos radioactivos de Chernobyl, que trajo a México, con todo y moches el compañero del avión: Raúl Salinas de Gortari.
Presupuesto base cero, porque no hay dinero en las arcas
En el sector financiero, nadie apuesta porque los indicadores mejoren. La desgracia ha sentado sus reales en un crecimiento paralizado que puede pronosticar la devaluación del peso, que amenaza dejarnos en los huesitos. Las puertas de los préstamos externos se han cerrado, los organismos monetarios consideran que ya no somos confiables. Que estamos atosigados por amenazas e incertidumbres.
Y lo que nos faltaba: un presupuesto base cero, como lo prometía el felón Luis Videgaray, por falta de dinero para llevarlo a cabo. No hay ni morralla en el cajón. Aquí no hay saldos en bodega. Los saldos se encuentran en la Reserva Federal de Estados Unidos apoyando al dólar y apostando a la reelección de Trump.
Recortes y recortes; el dinero a un fondo de corte electoral
Tanto poder acumulado, todo un gordo ratón, para alargar anticonstitucionalmente el poder de Bonilla en Baja California, premonitorio de las artimañas escondidas de la revocación del mandato. Para recortar con impudicia todos los programas productivos y asistenciales y pasar la lana a un fondo de agradecimiento electoral.
Una sola obra que hable más o menos bien, un solo empleo formal, una sola inversión, un solo pronunciamiento esperanzador, un presupuesto que no tiene fondo, un país al precipicio. Y eso hoy, cuando todavía no se sabe el contenido del Pacto firmado en Palacio.
Lo que nos faltaba: ¡todo el poder, pero a la cabeza ya se le fue el ratón!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La tarde del primer día de diciembre de 2018, tras un largo mensaje en el que enlistó 100 compromisos, el Presidente Andrés Manuel López Obrador pidió que el pueblo no lo deje solo. “Yo les necesito (…) No me dejen solo”, señaló ante miles de simpatizantes congregados en la Plaza de la Constitución. “Sin ustedes los conservadores me avasallarían, pero con ustedes me van a hacer lo que el viento a Juárez”, dijo. Y remató: “Yo ya no me pertenezco, soy del pueblo de México”. La verdad, empero, es que sí esta solo. Es, como escribió el gran René Avilés Fabila, El Gran Solitario de Palacio.
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