CIUDAD DE MÉXICO, 13 de febrero (EDT).— En 1909, una fotografía tomada en las inmediaciones de Addis Abeba, Etiopía, confirmó la existencia de los leopardos negros, una peculiar especie de felinos con melanismo, que es un exceso de pigmentación oscura en un animal. Dicha foto fue almacenada en el Museo Nacional de Historia Natural en Washington, DC. Desde entonces no se volvió a ver otro ejemplar.
Ahora, un siglo después del primer avistamiento, otro ejemplar de esta especie fue captada por las cámaras de un equipo de biólogos en los bosques de Loisaba Conservancy, en Kenia. Las imágenes —publicadas en enero en el African Journal of Ecology— muestran a una joven hembra de la especie viajando con un leopardo más grande, normalmente de color, que presumiblemente es su madre.
Los investigadores creen que el hecho de que la joven estuviera con su madre también sugiere que su coloración única no ha tenido un impacto en el vínculo familia.
Los leopardos negros son muy raros y pocas veces han sido vistos. En Kenia, África, se han reportado en las últimas décadas la existencia de estos leopardos; sin embargo, su existencia había sido tomada como una leyenda, dado que no había registro de algún avistamiento. Hasta que un equipo de biólogos se dieron a la tarea de esperar el momento en que apareciera.
Hay nueve subespecies de leopardo que viven desde África hasta el este de Rusia. Y mientras que el 11 por ciento de los leopardos que viven hoy en día se cree que tienen melanismo, la mayoría se encuentran en el sudeste asiático, donde los bosques tropicales ofrecen una gran cantidad de sombra.
En Kenia, los leopardos negros a veces denominados “panteras negras”, un término general que se refiere a cualquier gato grande con un abrigo negro, parecen ocurrir en matorrales semiáridos.
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EDT/dsc