CIUDAD DE MÉXICO, 10 de agosto, (EDT).- Personas, ya sabemos que ayer todos estuvimos muriendo de risa cuando Sergio Mayer subió un tuit en el que criticó al titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Rafael Pacchiano, por negar que la contaminación de los ríos está causando la muerte de decenas de manatíes en Tabasco, pero en lugar de arrobar a la Profepa (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente de México) le avisó a la Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor).
Este… bueno. Sí, el actor y diputado electo por Morena se despistó y nos regaló unos bonitos memes y momentos inolvidables en redes sociales y hasta un dolor de panza provocado por tanta risa, pero ya sean serios, el tema es que nadie le puso atención a lo verdaderamente importante: ¿qué está pasando con la población de manatíes que habita en Tabasco?
Resulta que desde mayo de este año, unos pobladores de los municipios de Mascupana, Centro, y Centla han visto cerca de 34 manatíes muertos. Y según medios locales, los animales encallan inflados “como vacas”, huelen mal y tienen un rictus similar al de un ser vivo que sufrió antes de morir. Además, los pobladores han encontrado peces muertos alrededor de los manatíes.
En entrevista para Televisa, el secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano, dijo que el gobierno aún desconoce cuál es el origen de estas muertes, pero que podría tratarse de causas naturales. Sin embargo, los expertos aseguran que el hábitat del manatí está siendo contaminado.
Entonces, ¿qué está matando a los manatíes?
De acuerdo con información del Huffpost México, el doctor en Bioderecho y director de la ONG Derecho Sin Fronteras, Víctor Hirales, asegura que después de analizar los cuerpos de 20 manatíes endémicos de Tabasco que hallaron muertos en diversas regiones de la entidad, descubrieron que los animales murieron por envenenamiento por agroquímicos: glifosfato, específicamente.
El glifosfato fue hallado en el agua, algas y pasto marino. Este agroquímico se utiliza para favorecer la siembra de palma africana, un negocio millonario con alta demanda nacional e internacional para hacer aceites comestibles y biodiesel, pero que como está sucediendo, destruye la biodiversidad que le rodea.
La ONG responsabiliza de este desastre natural a Pedro Armentia López, delegado de Sagarpa en Campeche, a quien consideran el principal impulsor de este monocultivo que se lleva a cabo en 30 mil hectáreas de humedales en Campeche y Tabasco.
Derecho Sin Fronteras advierte que si no se detiene la producción de la palma africana, se acelerará la extinción del manatí. Y eso ya no está tan divertido, ¿verdad?
EDT/TIV