“Desnudo No. 1″(1970) Tom Wesselmann
Karen Castillo Castillejos
Será mejor que no estemos hablando de eso, porque es pecado…me han dicho que si llegas al número cincuenta es bastante probable que mueras…nadie podría resistir tanto después de haber desafiado al santísimo tantas veces, además, estas cosas jamás están en boca de una señorita… ¡mucho menos en sus manos!
¡La masturbación, es solo el acto de los locos y los depravados!
La presentación del pecado y los culpables
La masturbación, es una práctica común, mayoritariamente atribuida a los hombres, rodeada de mitos y castigos, casi todos concedidos por la moral de los discursos divulgados por instituciones como la iglesia, la escuela o la familia.
El masturbador, responde a la figura del loco, del depravado que no conoce los límites entre la decencia y la enfermedad, por lo que aún se esconde en las habitaciones más obscuras, en aquellas en las que puede reprimir los sonidos del placer propio, para no convertirse en un distinguido anormal. Los monstruos ejecutores, generalmente descubren esta práctica durante la adolescencia, mientras hacen una búsqueda por el conocimiento corporal o bien por las sensaciones sexuales.
El acto, reducido a un tocamiento individual, suele continuarse por muchos años, incluso cuando ha habido contacto sexual, con la finalidad de expandir el aprendizaje, intensión más duradera que la de sustituir a otro.
Osados y valientes, los practicantes, suelen ocultar el secreto, quizá con el temor de ser castigados por Jehová, asesino del primero de la especie: Onán, hijo de Judá.
Onán: el hombre de prácticas imperdonables
La historia la cuenta el Génesis 38:9. Judá es el padre de tres hijos: Er, Onán y Sela; para el primero, el padre ha conseguido una esposa, Tamar, quién no ha concebido con Er, ya que este ha sido asesinado por Jehová, al no ser considerado un buen hombre.
Ante la necesidad de tener un primogénito del primer matrimonio, Judá, ordena a su hijo Onán desposarse con su cuñada, para “levantar” descendencia en lo nombre de su hermano.
Onán consciente de que, al hacerlo, surgirá un linaje que pone en riesgo su misma posición y herencia, decide “verter su semilla en la tierra” ante cada encuentro con Tamar, acción que molesta a Jehová, quién lo envía a la muerte.
El pecado de Onán, es el desperdicio y la práctica sexual; ha decidido realizar el acto sin procrear, único motivo por el cual Jehová ha permitido los encuentros carnales entre un hombre y una mujer.
El registro del coitus interruptus en la biblia y la muerte de su ejecutor, es la advertencia de la religión frente el placer, prohibido al ser un incitador de la lujaría y la promiscuidad.
La interrupción del acto sexual, es la locura de Onán; y sí bien, algunos aseguran que asociar esta anécdota bíblica con la masturbación es una interpretación errónea, la palabra onanismo es considerada sinónimo de este placer individual.
Sobre mitos y castigos
El mito más grande que rodea a la masturbación, es su descripción como una práctica maligna e incluso dañina para el cuerpo. Masturbarse, en efecto puede causar daños, pero solo a algunos pensamientos cristianos y morales colectivas.
Por el contrario, se considera que la masturbación es un ejercicio de conocimiento individual, no solo a nivel sexual, ya que permite estar más en contacto con uno mismo. Además, ayuda a la liberación todo tipo de tensión causante de estrés, ya que relaja los músculos y segrega endorfinas, produciendo sensaciones de bienestar físico y mental.
Cabe destacar que no es verdad que es una habilidad masculina, las mujeres también lo practican y también tiene bueno beneficios para ellas, ya que puede reducir los malestares premenstruales (PMS) y los cólicos menstruales.
La masturbación, no es causa de disfunción o perdida de deseo sexual; no es exclusiva de las personas que no tiene una pareja; no hay una edad exacta para dejar de hacerlo y no debe ser contabilizada para evitar peligros de muerte o bien, para asegurarse de que se ejecuta dentro de los límites de lo “normal”; esta, es un problema, solo cuando se comienza a intervenir en el desarrollo de nuestras actividades diarias.
Así que, si has crecido con todos esos mitos y te has sentido culpable cada vez que creíste disfrutar contigo mismo, probablemente es tiempo de repensar cuanta influencia tienes del viejo Onán.
EDT/kcc