WASHINGTON, D.C.- Las instituciones de la postguerra establecieron reglas para la operación de una sociedad global con el fin de generar cierta coherencia ante situaciones complejas. El medio siglo que quedaba atrás había sido muy dramático, como consecuencia de la falta de diálogo y capacidad de intervención, señala el análisis elaborado por Philippe Waechter, Jefe de Investigación Económica en OSTRUM AM (Afiliado a Natixis IM)..
El nuevo orden era relativamente homogéneo y se insertaba en el mundo desarrollado, pero más allá de este perímetro, las actitudes podrían ser divergentes. Después de la caída del muro de Berlín, el sentimiento colectivo era que esta división permitiría que las reglas establecidas se respetarían. Esta ilusión no duró. China, Rusia e incluso India no aceptaron alinearse. Tampoco se convirtieron en naciones democráticas. Su arena económica funcionó bien, pero sin una transferencia a la política. Era necesario aprovechar las oportunidades económicas y transformarlas en riqueza sin que esto resultara en el establecimiento de una democracia.
Lo que ahora cambia con Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca se deriva del riesgo de que Estados Unidos se distancie de este respeto a las reglas establecidas y se incline hacia un régimen político comparable al de China, Rusia o incluso Turquía o Hungría.
Este marco de referencia político ya fue anticipado por los académicos Pierre Yves Hénin y Ahmet İnsel bajo el nombre de Capitalismo Nacional-Autoritario o NaCA, por sus siglas en inglés, que ya existe en los países antes mencionados y que podría aplicarse a la Unión Americana de Trump.
Diversas condiciones caracterizan a estos países:
1. Sus fuerzas compensatorias no pueden ser contradictorias. Esto ya es evidente en los países mencionados, y podría también darse en EEUU donde Trump amenaza a la prensa y a aquellos que estuvieron en el poder en el gobierno de Biden.
2. Una fuerte dosis de nacionalismo. En EEU, se refleja con la decisión de excluir a los inmigrantes del país para solucionar los problemas de la nación.
3. El poder es muy personalizado y muy sólido. Erdogan, Modi y los demás líderes se identifican con un dominio fuerte. Trump no va a distanciarse de esta casta.
4. El poder es indiferente a la verdad. Esta será la que más convenga al poder. La historia oficial de la Plaza de Tian’anmen en 1989 o el inicio de la guerra en Ucrania se conformaron desde las fuerzas del poder.
5. La existencia de una poderosa oligarquía debe convertirse en apoyo para el líder. En EEUU, por ejemplo, esto se representa con los actores dominantes en el sector de la tecnología. Pero tales situaciones tampoco están exentas de corrupción.
Los puntos anteriores podrían ser aplicables EEUU bajo el mando de Trump. La democracia ya no será considerada como un activo o una conquista colectiva. A escala internacional, el multilateralismo podría convertirse en una burla. NaCA gana terreno y sugiere un aumento en los límites de la confrontación, ya que las reglas no se establecen para respetarse. La pregunta queda en el aire ¿es entonces posible un nuevo equilibrio internacional?
AM.MX/fm
