Por Lizbeth Woolf
CIUDAD DE MÉXICO.- El arte es ambiguo. Partiendo de esta base, constatada a través de la historia del cine, Blake Edwards nos propone una indagación sobre la personalidad del ser humano y de sus circunstancias, en clave de comedia y con el aliciente de presentarnos los años treinta antes del colapso del nazismo con ayuda de música.
Inspirada en una película alemana del mismo título –bastante mediocre- de 1933, entonces Edwards tenía diez años, nos introduce en el mundo del cabaret y del gangsterismo a través de un personaje paradigma del conflicto entre el ser y la existencia.
Tody (un Robert Preston excelente y memorable) nos lleva de la mano hasta la secuencia magistral del restaurante de la ensalada con la cucaracha, con plano general exterior del restaurante viendo la reacción de sus comensales, para engarzar con la transformación de Victoria en Víctor, como la cosa más natural del mundo y su debut como cantante Víctor/Victoria, una Julie Andrews arrebatada y cómplice de las sutilezas humanas, juega su rol sin complicaciones hasta que llega King, un James Gardner mejor que nunca, del que se enamora, poniendo en juego el entramado de las relaciones humanas, con sus apariencias y sus grandezas, sus miserias y sus sumisiones, generando de paso las situaciones más hilarantes y al tiempo más inteligentes entre dos seres humanos.
Llega a su cenit en la naturalidad con la que Squash, un Alex Carras en estado de gracia, le muestra sus inclinaciones y le hace ver que las apariencias, a veces, son meros arquetipos del inconsciente.
Algunas canciones de la banda sonora, como “Crazy World”, resumen a la perfección el espíritu del filmeBurla burlando, Blake Edwards ha jugado la carta de la tolerancia y la pasión, la crítica y el discernimiento sin olvidar al inspector Clousseau ni a los camareros enloquecidos, para decirnos que ya sea Víctor, ya sea Victoria, lo que cuenta es el ser humano.
Habrá muchos que digan que el final tiene algo de “happy end”, o una concesión a las taquillas, o al bien pensar americano, con el personaje de Leslie-Ann Warren, justísima, poniendo la guinda de la pasión femenina. Discrepo. Todo en la película está medido, incluido ese final acomodaticio, pero totalmente humano, porque redondea la idea matriz del filme, al margen de la diversión.
Esa idea de la ambigüedad del arte, y de la cámara, la puesta en escena, las secuencias, la planificación de las canciones, las elipsis, los sobreentendidos, los guiños, se encargan de decirnos que todo ser que piensa y vive tiene que adentrarse en su mundo, y en el de los demás, desde la tolerancia y la reflexión, desde la inocencia y la picardía, para desentrañar de qué estamos hechos y porque somos como somos.
Hay una canción, a cara descubierta, que lo dice todo. “Crazy world”. Y hay otra, antología del disparate, “Lady from Sevilla”, que resume, por decirlo así, hasta dónde se puede llegar cuando se juega con el arte desde las raíces humanas hasta las implicaciones sociales.
Blake Edwards crea con Víctor o Victoria una pieza insustituible en la historia del cine: las imágenes también son ambiguas cuando tienen la necesidad de contarnos ese poso de misterio que rodea nuestras relaciones con los demás; y que lo son cuando quien lo narra tiene en cuenta que la vida es tan ambigua o más que el arte.
Hace 38 años se estrenaba la película Víctor o Victoria. Protagonizada por Julie Andrews, Robert Preston y James Garner, bajo la dirección de Blake Edwards, se trata de un remake de la cinta alemana Viktor und Viktoria (1933). Tanto esta última como la versión de 1982, fueron largometrajes adelantados a sus épocas, que proporcionaron papeles protagonistas y libres de ridiculizaciones a realidades LGTBI.
Por la época en la que se rodó Viktor und Viktoria y en la que se ambienta la adaptación de 1982 (1934), el Art Decó reviste diferentes decorados.
En función del tipo de Art Decó presente (Zigzag o Streamline Moderne), establezco una teoría sobre el mensaje que el empleo de uno u otro puede transmitir sobre la vida de las personas LGTBI en los años 30 del siglo XX.
Justo una década antes del estreno de la película Víctor o Victoria, llegaba a los cines de todo el mundo Cabaret.
Ambientada en 1931, supuso la consagración cinematográfica de Liza Minelli y su segunda nominación consecutiva al Óscar a Mejor Actriz (en esta ocasión, lo ganó).
Cabaret nos conduce a un Berlín donde el nazismo crece en fuerza y seguidores, pero en el que aún se respira cierta libertad para las personas LGTBI, tanto en el Instituto para la Ciencia Sexual de Hirschfeld como en el ocio nocturno.
Aunque el tono de Cabaret no tiene nada que ver con el de la película Víctor o Victoria (la primera es un drama y la otra, una comedia), los paralelismos entre ambas son más que evidentes.
Eso sí, los 10 años que las separan propician que los diálogos de Víctor o Victoria sean más libres que los de Cabaret. Por ejemplo, en la película Víctor o Victoria, los hombres pueden ser gays, en lugar de ese eufemismo de “hombres que no se acuestan con mujeres”.
No obstante, pese a que las 2 cintas tratan la bisexualidad masculina, finalmente (alerta spoiler), en Víctor o Victoria, esta orientación sexual no tiene cabida. En cambio, en Cabaret, sí y de forma explícita en Maximilian von Heune (Helmut Griem).
Visibilidad LGTBI de interiores: el Art Decó
Desde 1925, la arquitectura Art Decó se extendió por todo el mundo. Antes de ese año, cuando se celebró la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París, este estilo ya llevaba tiempo abriéndose camino en Francia, Bélgica o Portugal (Teatro Rivoli de Oporto, 1923).
Aunque el Art Decó bebe de otras arquitecturas del pasado y presenta similitudes con el Art Nouveau secesionista, fue el primer estilo que, en lugar de reivindicar el pasado, quiso celebrar la contemporaneidad y un nuevo estilo de vida:
Urbano
De menor represión moral
Vinculado a liberación femenina
Orgulloso de las vanguardias y avances tecnológicos
Que siente predilección por el disfrute y la evasión de los problemas
Tiene en el cine su gran fuente de entretenimiento
Apuesta por la vida nocturna
Adora el jazz
Dentro del Art Decó, se diferencian 2 vertientes principales:
Zigzag Moderne (menos rupturista con la arquitectura anterior, opulenta y la reina en los felices 20)
Streamline Moderne (siempre se dice que surgió en 1925 en Orly, pero existen ejemplos anteriores. Más racionalista y rupturista con el pasado, dominó los años 30. En España, poseemos ejemplos también en los 20 y 40)
Precisamente, las características que distinguen una de otra son las que transmiten información sobre visibilidad LGTB o mentalidad al respecto en la película Víctor o Victoria.
Decorados Streamline Moderne
Tanto Victoria Grant/Conde Víctor Grazinski (Julie Andrews) y Carroll “Toddy” Todd (Robert Preston) como King Marchand (James Garner), Norma Cassidy (Lesley Ann Warren) y “Squash” Bernstein (Alex Karras), se alojan en el hotel Monceau.
Por fuera, de lo poco que se ve del edificio (toda la cinta se rodó en los estudios Pinewood), da la impresión de que se quiso recrear el académico estilo arquitectónico Beaux Arts. En cambio, en los interiores, lo que vemos es Art Decó.
Tal vez fue fruto de la casualidad, pero la habitación de Art Decó más rupturista con la arquitectura hasta esa época (el Streamline Moderne) justo corresponde a les personajes que más evolucionan a lo largo de la película: King Marchand y “Squash” Bernstein.
Excluyo de este grupo a Norma Cassidy porque su mentalidad y forma de vida son las más sometidas al yugo machista de toda la película Víctor o Victoria.
Salvo algunos destellos de modernidad (la línea “echa el pestillo”), Cassidy es presa de los celos, se lía con hombres de poder para escapar de su realidad de artista burlesque, renuncia al disfrute del sexo para seguir con ellos, piensa que en su cuerpo reside toda su valía y se vale de homofobia para vengarse del desaire de King Marchand.
Decorados Zigzag Moderne
En cambio, Carroll “Toddy” Todd y Victoria Grant/Conde Víctor Grazinski, aunque también crecen, ya parten de una situación más abierta porque comparten opresión y viven enfrentándola.
Por eso, el Art Decó de su habitación es Zigzag Moderne, menos revolucionario porque sus vidas no son normativas:
Toddy es gay visible y no esconde su pluma (en ningún momento, es ridiculizada o considerada no válida)
Grant es una mujer divorciada, artista que ha emigrado desde Estados Unidos, que vive el sexo y la existencia de la homosexualidad con naturalidad
Grazinski es gay visible, con pluma, dandy y, como bien dice, el tipo de hombre que no tiene nada que demostrar.
El Zigzag Moderne, siempre del lado artístico
Se suele decir que el mundo de les artistas siempre ha ido un paso por delante al resto de la población en cuanto a apertura mental. Quizá, por este motivo, en la película Víctor o Victoria, el Art Decó sea la norma en los escenarios, el estudio fotográfico y, en general, en el cabaret Chez Lui.
Limitados espacios LGTB
Mediante una serie de planos con ventanas y otros sobre la recreación de París de los estudios Pinewood, la película Víctor o Victoria parece mandar un mensaje muy claro sobre la visibilidad LGTB en los años 30: limitada y solo permitida en contextos artísticos, de nivel socioeconómico alto, nocturnos, clubes privados o en la intimidad.
En este sentido, aunque la época permitiese vivir con algo más de libertad a las personas LGTBI, la balanza entre lo clásico y lo moderno seguía inclinándose hacia los valores tradicionales, que en la cinta son representados con las calles de París y los exteriores del hotel Monceau.
De todas formas, como en Cabaret, este ambiente de tolerancia (que no respeto ni mucho menos igualdad) se esfumaría muy pronto.
Eso sí, hasta la invasión nazi (junio de 1940), París y su escena Pansy Craze habían tomado el testigo de Berlín como capital homosexual de Europa.
De todas formas, como en Cabaret, este ambiente de tolerancia (que no respeto ni mucho menos igualdad) se esfumaría muy pronto.
Eso sí, hasta la invasión nazi (junio de 1940), París y su escena Pansy Craze habían tomado el testigo de Berlín como capital homosexual de Europa.
Son, por tanto, personas de mentalidad abierta, pero que solo entienden la visibilidad LGTB (sobre todo, gay y travesti) en un escenario y como entretenimiento.
Son, por tanto, personas de mentalidad abierta, pero que solo entienden la visibilidad LGTB (sobre todo, gay y travesti) en un escenario y como entretenimiento.
Otros puntos fuertes a destacar en la película Víctor o Victoria
Si realizamos un análisis superficial de la película Víctor o Victoria, podemos detectar diferentes elementos que la convierten en rancia. Por ejemplo, en ella, aparecen tópicos sobre el mundo homosexual a tutiplén o momentos cómicos para reírse de equívocos homosexuales.
Dejar atrás esa primera impresión permite comprobar que la cinta va mucho más allá y que aborda multitud de situaciones para que el público (sobre todo, cisheterosexual) reflexione:
El discurso feminista que le suelta Victoria Grant a King Marchand (sobre estar emancipada y comprobar que, como Víctor Grazinski, puede hacer cosas que se le niegan como mujer, además de manifestar que las diferencias entre hombres y mujeres no deberían existir)
Reivindica diferentes formas válidas de ser hombre, en lugar de quedarse con la heteropatriarcal (afea los roles de género y las prisiones que son)
Evidencia lo amplia y fluida que es la sexualidad humana
Visibiliza lo asfixiante que resulta aparentar ser otra persona
Tener referentes es fundamental para atrevernos a ser quienes somos
Echa por tierra los tópicos absurdos sobre que ser gay implica ser menos hombre, es decir, explica que ser gay no implica una única manera de comportarse
Se manifiesta en contra del edadismo (en el club para parejas gays las hay de todas las edades) y malos tratos a gays mayores.
Muestra la alianza tácita y, también, explícita, entre mujeres y hombres homosexuales, así como la especial complicidad y empatía que compartimos
Representa 4 noviazgos gays visibles: Toddy & Richard Di Nardo, Víctor Grazinski & Toddy, King Marchand & Víctor Grazinski y Toddy & Squash
Critica la culpa cristiana como antítesis de la felicidad
La homosexualidad y el transformismo son protagonistas válidos en todo momento.
Simbología LGTBI: el código del pañuelo, tonos púrpuras en los espacios artísticos (posible referencia a la Purple Hand, Halloween de 1969) o la foto de la actriz y cantante Marlene Dietrich (1901-1992, bisexual visible) en la casa de Toddy.
El armario siempre es asfixiante
¿Qué es el armario? o, mejor dicho, ¿qué representa? Una cárcel y una forma de opresión, tanto interna (por culpa de la sociedad) como externa.
Aunque, obviamente, el armario resulta millones de veces más duro para las personas del colectivo LGTBI, la película Víctor o Victoria pone el foco en les cisheterosexuales Victoria Grant y King Marchand.
Dado que el conocimiento suele generar empatía y que esta última se despierta más rápido entre iguales, Víctor o Victoria retrata el desgaste emocional que supone representar un papel de cara a la sociedad y solo mostrar la verdad en la más estricta intimidad o en unos acotadísimos espacios.
Estigma automático cuando un hombre deja atrás los roles de género
Además, explica por qué la homofobia es absurda. Desde que Marchand se cuestiona su sexualidad, su vida en el mundo de la mafia queda amenazada.
Precisamente, Norma Cassidy, tras el gatillazo de Marchand por su posible homosexualidad o bisexualidad y el exilio obligado a Chicago al que es sometida, utiliza el machismo y homo-bifobia de la mafia para atacar la virilidad de Marchand y conseguir desposeerle de su estatus de macho alfa en todos los ámbitos de su vida.
A este respecto, en un momento dado, Toddy ironiza sobre lo incongruente de condenar la homosexualidad y no los asesinatos en el mundo gángster: “mátalo, pero no lo beses”.
“Creo que el inconveniente es que nosotros no somos 2 hombres”
Cuando Victoria y King bailan en Le Matelot, al gángster le incomoda tanto compartir espacio con parejas gays y vivir una mentira de cara a la galería, que el plan llega muy pronto a su fin.
Al salir del local de ambiente, Victoria y Squash vuelven al hotel en coche. En la conversación que mantienen, Squash le comenta que sitios como Le Matelot son los únicos en los que las parejas gays pueden mostrar que son pareja y Victoria le responde con el título de este apartado.
Esa línea marca un punto de inflexión en Victoria, que es consciente de que no ser ella misma le deprime.
Más adelante, cuando Victoria deja atrás el personaje de Víctor Grazinski, parece que triunfa el amor romántico, pero es más profundo que eso, lo que triunfa es la autenticidad en contra de los disfraces y armarios (uno en el baño tiene especial protagonismo).
Al final, todo es cuestión de privilegio
La película Víctor o Victoria manda un gran mensaje final: las personas cisheterosexuales pueden sufrir, pero nunca tendrán que ocultar su realidad en el mundo.
Grant y Marchand prueban esta realidad durante un corto período de tiempo y se dan cuenta de lo extenuante y desalentadora que se vuelve una vida en la que hay que calcular qué se hace, dice o muestra y qué no.
Así, a marchas forzadas, aprenden que ser cisheterosexuales es un privilegio del que carece el colectivo LGTB, acostumbrado a diferentes disfraces según el momento y lugar.
Solo lo aprenden al vivir como nosotres porque, en definitiva, tanto King Marchand como el público mayoritario de los locales gay/drag era heterosexual y solo se asomaba a una realidad LGTBI dulcificada. Al salir de allí, seguían con su vida repleta de prejuicios, privilegios y moral judeocristiana.
Premios
La película fue muy aclamada y recolectó nueve premios (entre ellos un Oscar) y obtuvo otras ocho nominaciones.
Globo de Oro a la mejor película musical o comedia.
César a la mejor producción extranjera.
Blake Edwards y Hans Hoemburg ganaron el Premio WGA al mejor guion adaptado y el David di Donatello al mejor guion de película extranjera. Además, fueron nominados al Oscar al mejor guion adaptado.
Julie Andrews ganó el Globo de Oro como mejor actriz en comedia o musical y, como mejor actriz extranjera, el David di Donatello y el César. También, fue nominada a los Oscar. Además, ganó (ex aequo con Meryl Streep por La decisión de Sophie) el KCFCC del Círculo de críticos de cine de Kansas.
Robert Preston ganó el NBR. Además, estuvo nominado en los Oscar y en los Globo de Oro, como mejor actor de reparto en el apartado de musical o comedia.
Lesley Ann Warren fue nominada como mejor actriz de reparto tanto en los Oscar como en los Globo de Oro.
La banda sonora de Henry Mancini ganó el Oscar a la mejor banda sonora y estuvo nominada en los Globo de Oro y los Grammy
Los responsables del sonido de la película ganaron el Golden Reel.
El director de fotografía Dick Bush estuvo entre los nominados par los premios que otorga la British Society of Cinematographers.
Además, la película obtuvo otras dos nominaciones para los Oscar:
Mejor dirección artística (Harry Cordwell, Tim Hutchinson, Rodger Maus y William Craig Smith).
Mejor diseño de vestuario (Patricia Norris).
AM.MX/fm