CIUDAD DE MÉXICO, 2 de agosto (EDT).— Y bueno, personas, como ven que los muchachos europeos oriundos de Viena se pusieron ahora sí muy delicados con sus olfatos y no soportaron más los malos olores de algunos, que con esto de la ola de calor que recorre todo el mundo, pues se ha puesto bastante duro. Entonces la empresa Wiener Linien, responsable del Metro de Viena, decidió repartir un total de 14 mil desodorantes entre los usuarios de la U6, mismos que agotaron las existencias en un solo día.
De acuerdo con el diario El País, la U6 es un de las líneas peor climatizadas del suburbano vienés, pues solo la mitad de los vagones tiene aire acondicionado, debido a que los vagones son muy antiguos, por lo que no se puede instalar sistemas de climatización. ¡Imagínese usted, los olores!
“Esto no quiere decir que los vieneses huelan peor que los pasajeros de otros sitios”, indicó Daniel Amman, vocero de la empresa de transporte, quien explicó que la línea U6 es una de las que más tramos al aire libre tiene, lo que provoca que se calienten más de lo normal.
Viena, como buena parte de Europa central, está sufriendo uno de los veranos más calurosos de los últimos años; ha tenido temperaturas superiores a los 35 grados Celsius, lo cual es inusual en la región. Mientras que en Italia, los termómetros se acercan a los 40 grados, mientras que en gran parte de Portugal se ha decretado la alerta roja y España vive su primera ola de calor del verano.
En los vagones sin aire acondicionado, la compañía también ha decidido tintar los cristales de las ventanas y se han colocado mamparas, que, según Wiener Linien, permiten descender 4 grados la temperatura del vagón.
Esta no es la única medida que la compañía de transportes ha planteado para luchar contra los olores en el metro. A partir de septiembre, y en la calurosa línea U6, se prohibirá el consumo de los alimentos “olorosos”, como pizza o kebab. Porque si no corre el aire eso ha de ser una combinación de aromas estilo las estaciones Hidalgo o Pantitlán en hora pico, ya sabe usted, entre los olores sudorosos y el aroma de los esquites o de la guajolota, es una cosa exótica.
Comer y beber en el metro está ya prohibido en muchas ciudades de todo el mundo, y según Wiener Linien con esta medida se pretende dar respuesta a la que considera una de las mayores preocupaciones de sus viajeros. “A muchos pasajeros del metro les incomodan los fuertes olores”, explicó Amman, quien ha señalado que de momento, los usuarios no se lo han tomado “demasiado a mal”. Y es que nunca se sabe cómo vaya a reaccionar alguien cuando uno le regale, como que no quiere la cosa, un desodorante.
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